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Siempre me he considerado una mujer heterosexual. Es la preferencia sexual de la mayoría de las personas y en la que en mi familia reina, porque, a decir verdad, no conozco a ningún tío, primo que sea gay o a alguna prima que sea lesbiana.
Sin embargo, hubo un tiempo en mi vida adulta en que estaba un poco indecisa. Me gustaban muchos los hombres, pero las mujeres me llamaban la atención porque son sensuales y hermosas. Mantenía viendo fotos de modelos y actrices porque quería ejercitarme para tener un cuerpo escultural como el de ellas, pero sin darme cuenta, seguía a más mujeres que hombres. Mis redes sociales estaban llenas de mujeres en ropa interior y trajes de baño donde estaban casi desnudas y me encantaba eso.
¿Será que soy lesbiana?
No estaba consciente que de ese modo podría considerarme lesbiana, hasta que el comentario de un amigo me hizo caer en cuenta de ello. Me dijo que le parecía raro que yo siguiera a tantas mujeres, que parecía que fuera lesbiana o quisiera entrar en esa onda del lesbianismo. Les respondí que no sería tan mala idea, igual besar a una mujer para probar sería rico.
Ese comentario me quedo sonando. ¿Será que de verdad que estaba metiéndome al lesbianismo sin darme cuenta? ¿será que en el fondo soy lesbiana? Mi mente comenzó a volar y a imaginar muchas escenas de sexo con mujeres hermosas, delgadas, altas, bronceadas y cabello largo. Busque en internet “lesbianismo”, pero los resultados fueron muy académicos, entonces busque “lesbiana xxx” y obtuve los resultados que esperaba. Mujeres hermosas besándose entre ellas, tocándose mutuamente, usando dildos entre las dos, chupándose las vaginas como dos lesbianas calientes que solo piensan en tener un orgasmo que las deje con las piernas temblando. Al ver esas escenas, sentía cosquillas en mi clítoris y mis ojos no parpadeaban.
Quería ver más y más. Así que comencé a tocarme viendo como esa escena de lesbianas se apoderaba de mí. Imaginaba besando a esas morenas de culo grande acariciando todo mi cuerpo mientras les besaba los senos y metía mis dedos en sus vaginas. En mi imaginación estábamos haciendo un trio de lesbianas y era la mejor fantasía de mi vida. Cuando comenzaron a masturbarse entre ellas, imaginaba besando la vagina rosadita y chiquita de una de ellas, estaba muy mojada. Mi vagina estaba llena de lubricante y mis dedos rozaban desde mi clítoris hasta donde comienza mi ano. No esperaba que ser lesbiana fuera mi mayor fantasía y mi punto de excitación máxima.
Orgasmo genuino
Estuve viendo el video hasta que se metieron a un jacuzzi y sus pezones se veían mojados, enjabonados y duros. Ahí supe que me iba a venir, así que comencé a sobarme el clítoris y a pellizcarme los pezones, gimiendo y aumentando mi respiración para que el orgasmo apareciera cuanto antes. Cerré los ojos y los pensamientos sobre ser lesbiana llenaron mi cabeza y me vine en un orgasmo corto pero intenso. Mi clítoris quedo tan sensible que tuve que parar el video y descansar un poco, pero luego quería más.
Era la primera vez que después de un orgasmo, sentía que iba a venirme de nuevo, así que seguí viendo a esas mujeres gemir y gritar de placer mientras metía mis dedos en mi vagina y sentía como iba mojando las sabanas. ¡Exploté de placer! me vine tan duro que las sabanas quedaron literalmente mojadas, era el tan anhelado orgasmo squirt. Nunca había sentido eso, nunca pensé que ver a unas lesbianas dándose dedo y besándose haría que yo tuviera el mejor orgasmo de mi vida. Me relajé, cerré mi portátil y dormí hasta el otro día. Estaba satisfecha y con las sabanas ya frías de mis fluidos.
Ahora que soy más adulta, pienso que ser lesbiana me permitió conocer esa faceta de mi vida que estaba dormida y que disfruto con plenitud para tener los mejores orgasmos de mi vida.