Hace un tiempo, tenía fantasías sexuales con mi profesora de geografía. Yo tenía apenas 15 años y ella ya era una mujer mayor de 30 años, de esas que llaman mujeres maduras. Cada que tocaba geografía los martes y jueves, mi corazón se aceleraba y mi pene se iba poniendo erecto. Me imaginaba chupando su vagina por debajo de los vestidos largos que llevaba puestos mientras gemía como toda una profesora sexy de película de porno.
Al graduarme, seguía pensando en ella y en esa fantasía de estar con una mujer al menos 15 años mayor que yo. Me daba curiosidad conocer su experiencia en la cama, sus deseos, su seguridad y su calentura. Cuando entré a la universidad conseguí novias de mi edad, las quería mucho pero mi deseo por culiar maduras seguía en pie. Busque por internet sitios para conocer mujeres maduras que estuvieran dispuestas a tener sexo con hombres mucho más jóvenes que ellas. Al principio vi mujeres jóvenes y solteras, pero yo quería mujeres maduras que fueran casadas para ser solo el cacho ó mozo que solo se las come desenfrenadamente. Después de pasar 4 páginas buscando, al fin di con una negra de labios gruesos, senos parados y culo enorme, típico de ellas. Yo tenía 23 y ella 39, estaba en la edad perfecta para una culiada con maduras.
Inbox para mujeres maduras
Le escribí al chat para saludarla, pero estaba inactiva. Así que simplemente le deje un mensaje diciéndole que me había encantado y que quería conocerla, junto a una foto mía sin camisa en bóxer con mi pene notándose. Al otro día me metí a la página de citas y me había respondido de la siguiente manera:
Hola, me gustó mucho tu foto. Me llamo Patricia, me encantaría conocerte para ver eso que se esconde debajo del bóxer. Llámame al 593587960.
Agarré mi celular y la llame de una. No contestó la primera vez, pero la segunda vez escuche su voz. Era una voz suave, cálida y tierna, algo raro en mujeres maduras. Hablamos por 10 minutos de cosas que no importaban hasta que me dijo que nos viéramos ese día en un motel por fuera de la ciudad porque no quería que la vieran con un hombre tan joven como yo.
Llegué puntual a nuestra cita y ella se demoró un poco en llegar. Luego, la vi bajándose del taxi con un vestido que dejaba poco a la imaginación. Era de color rojo, sin tiras, con una transparencia en la espalda y tacones negros. Tan solo de verla se me empezó a parar el chimbo y mis manos comenzaron a sudar. La salude con un beso en la mejilla y entramos al motel. Nos registramos y mientras subíamos a la habitación, pensaba que al fin mi deseo de tener sexo con mujeres maduras se iba a realizar.
El mejor sexo de mi vida
Ella tomó las riendas del asunto sin ningún tipo de pudor. Comenzó a besarme apenas entramos y a desvestirme como si fuera mi primera vez. Yo dejaba que ella lo hiciera casi todo porque no me dejaba parar de la cama para acariciarla o besarla. Estaba en el cielo, nunca había estado con una mujer tan decidida capaz de dominarme, para su excitación y placer. Luego de hacerme sexo oral por 20 minutos, mis ganas de venirme ya estaban por salir, así que le dije que descansáramos un poco, pero ella se negó y al contrario se excitó más.
Siguió besándome y masturbándose hasta que mi leche salió y cayó en esos senos hermosos que tenía. Ver mi leche blanca contra esos senos color café era algo indescriptible. Descanse por 10 minutos y continuamos desfogándonos de placer. Le decía al oído que hacer el amor con mujeres maduras como ella, era un sueño. Ella solo sonreía y seguía cabalgando sobre mi cuerpo. Hice todas las posiciones posibles, quería ver su cuerpo de todas las maneras, en cuatro, con las piernas abiertas, boca abajo, con el culo levantado, etc. Tuvimos sexo por más de una hora hasta que mi cuerpo se cansó. Yo quería seguir dándole hasta desmayarme, pero mis piernas no daban más. Le dije que iba a tener otro orgasmo, ella se puso de perrito y me dijo que le clavara mi pene hasta lo más profundo de su vagina y me viniera adentro.
Le agarré sus nalgas, le pegaba hasta dejarla roja hasta que sentí un fuerte corrientazo y me dejé llevar. Eyaculé dentro de su vagina mientras ella gemía de placer. Saqué mi pene chorreado de semen y vi como sus labios hinchados estaban blancos, goteando mi fluido caliente.
¿Te volveré a ver?
Luego de ese día no la volví a ver. Había cerrado su cuenta en la página de citas y su número de teléfono estaba sin servicio, pero la culiada que le pegué no iba a desparecer fácilmente.
Debo decir que ese fue el mejor sexo de toda mi puta vida. Tener sexo con mujeres maduras como Patricia me hizo enamorarme más de ellas, me hizo querer tener todos mis orgasmos pensando en ellas. Espero algún día poder compartir mi vida con una mujer mayor que sea toda una diosa en la cama para tener sexo con ella hasta el fin de mis días.