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Existe una creencia que dice que los hombres son más propensos a ser infiel que las mujeres por su instinto carnal. Que no pueden ver una escoba con falda porque se lanzan directo a la caza. Pero debemos admitirlo, las mujeres también pueden ser infiel, no somos ningunas santas y es normal admitirlo.
Mientras estaba estudiando, tenía un nuevo novio. Lo quería mucho pero nada de amor intenso de esos que te ponen medio idiota. En quinto semestre, conocí a un chico de otra carrera. Nos conocimos porque teníamos una amiga en común que nos presentó. Cuando lo vi por primera vez, pensé inmediatamente que era un papasito. Estaba como a mi gustan, alto, no tan musculoso pero acuerpado, trigueño, ojos oscuros y cabello corto, mi hombre ideal. Al momento de tener esos pensamientos cochinos, no se me pasó por la mente considerar ser infiel, porque simplemente eran cosas de mi imaginación.
Mucho gusto, Felipe. – Me dijo mientras no paraba de ver esos gruesos labios que moría por besar.
Hola, me llamo Samanta. – Le dije con una voz segura y calmada. No quería que notara que me estaban temblando las rodillas.
Habló con mi amiga y después de un rato se fue. Cuando se volteó pensé que estaba para chuparle hasta el apellido.
Nos despedimos, cada una se fue a su clase y mientras llegaba al salón lo busqué por Instagram y lo encontré, pero tenía el perfil privado. Esperé mas o menos 2 semanas y luego comencé a seguirlo, para ese entonces aún no me sentía infiel. Cuando me aceptó, no podía dejar de ver sus fotos sin camisa, haciendo ejercicio, en rumbas. No me sorprendió ver en sus fotos más de 300 me gusta, donde casi todas eran mujeres y los comentarios también eran de viejas mucho más buenas que yo. Igual, solo pensé que iba a ser un “amor platónico” y que ese pensamiento de ser infiel a mi novio acabaría pronto.
Ser infiel no estaba en mis planes
Después de aproximadamente 3 meses de darle algunos me gusta a sus fotos y pensarlo todo el tiempo, tuve varios sueños húmedos. Estaba ansiosa por soñarlo cada noche y levantarme con las tangas mojadas, y aquí seguía la firma intención de ser infiel rondando sin ninguna vergüenza en mi cabeza. Pero un día me cansé de que fueran solo sueños así que tomé valentía y decidí escribirle.
-Hola Felipe, ¿cómo estas?
-Hola, ¿bien y vos?
-Bien gracias. Quiero ser sincera con vos y decirte algo de lo que mañana pueda arrepentirme, pero es que desde hace mucho tiempo he tenido sueños calientes con vos y ya no aguantaba una noche más con todos estos pensamientos que literal me ahogan.
Hubo un silencio de 3 minutos que fueron eterrrrrnos. Él leyó el mensaje, pero no decía nada, no escribía nada. Sabía que la había cagado. Solo restaba esconderme de él por el resto de mi carrera para no morir de pena y que no se diera cuenta que por medio de mis redes sociales intentaba ser infiel a mi novio
-Jajaja, que rico que tengas esos sueños conmigo. Si quieres nos vemos un día de estos y charlamos un rato.
No podía creer que había leído eso. Pensé que había quedado como la más zorra y lanzada, pero al parecer a él no le importó que yo tuviera novio y que él fuese el motivo para ser infiel. Así que le dije que nos viéramos ese mismo día.
La pecadora
Me recogió a las 11 de la noche y fuimos a un motel cercano, estaba a punto de ser infiel de la manera más descarada con el hombre de mis sueños. Nunca hubiera imaginado que yo podría tener la dicha de que mi primera vez siendo infiel, fuera con un tipo como él, tan codiciado por muchas mujeres. Y así fue, entramos a la habitación, pedimos algo de tomar, comenzamos a escuchar música, nos besamos suave, nos quitamos la ropa, nos acariciarnos. Cuando lo vi desnudo tenia el cuerpo perfecto, unas nalgas deliciosas, hombros anchos, piernas tonificadas y abdomen trabajado. Los pensamientos sobre ser infiel habían desaparecido por completo. Al momento de besar su pene, lo hice con tanto esmero que podría haber ganado un premio por el mejor blow job. Él me besó por poco tiempo, pero yo lo que quería era sentir su verga dentro de mí.
Estaba muy mojada, su pene entró sin ninguna dificultad y se resbalaba con facilidad. Nunca había pensado que ser infiel sería tan delicioso. Cuando me lo metía, me miraba con esos ojos cafés y se mordía el labio y eso hacía que me calentara más. Tuvimos sexo por mas o menos 1 hora, tuve un orgasmo intenso y varios pequeños, hasta que sentí que él iba a venirse por sus gemidos. Le dije que se viniera en mi boca porque quería probar de su leche. Me miró con asombró y sin pensarlo un chorro caliente cayó en mis labios, dejándome sedienta por más. Caímos rendidos en la cama. Luego de eso pensé que oficialmente era infiel, una novia infiel sin ningún remordimiento porque lo había disfrutado demasiado.
Charlamos un rato y me preguntó si no me sentía culpable por eso, pues ya sabía que él era el cacho y yo la novia infiel. Me reí y le dije que no se preocupara por eso. Escuchamos música un rato más hasta el segundo round.
Cuando el tiempo del motel terminó, salimos satisfechos, algo penosos por no conocernos bien e ido directo al grano, pero sin culpa alguna. Me dejó en mi casa se fue y ya estando sola en mi habitación pensé que no me había sentido mal por ser infiel. Que me gustó mucho ser la novia mala, porque era divertido, excitante y sentía mucha adrenalina. Espero verlo de nuevo para volver a probar de esa miel tan peligrosa y excitante que es ser infiel, y disfrutar plenamente el tener sexo salvaje con un man que se apodera de cada pensamiento libidinoso, de cada una de mis fantasías y que me hace mojar con tan solo recordarlo.