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Despedida de soltera
Recuerdo perfectamente esa noche. Era una despedida de soltera, la mía, y mis amigas habían organizado una fiesta que prometía ser inolvidable. Lo que no sabía era cuán inolvidable sería.
Llegamos a una de las discotecas más lujosas del centro de la ciudad. La decoración era muy erótica, con luces suaves y una atmósfera que incitaba al placer y mis amigas estaban radiantes, listas para celebrar mi última noche como soltera. Mientras reíamos y nos poníamos en ambiente con copas de champán, nos pusimos a bailar, dejándonos llevar por la música y la euforia del momento.
En medio del bullicio, el “regalo especial” que mis amigas me habían preparado iba llegando a la discoteca: una deliciosa sorpresa de complexión atlética, muy alta, con una sonrisa que derretía, vestido como bombero. Al principio, me sonrojé, pero la champaña y la atmósfera me hicieron relajarme rápidamente.
Comenzó su actuación, moviéndose al ritmo de la música, despojándose lentamente de su uniforme. La energía del lugar cambió, se hizo más intensa, más cargada, más sensual. Yo estaba sentada en una silla, en el centro de nuestro espacio, y mis amigas aplaudían y animaban. Sentía sus ojos sobre mí, y cada vez que él se acercaba, mi corazón latía más rápido.
Cuando finalmente quedó solo en un pequeño slip, se arrodilló frente a mí. Sentí su aliento caliente en mi piel mientras sus manos recorrían mis piernas, subiendo lentamente. El calor de sus caricias era electrizante. Mis amigas estaban en silencio ahora, expectantes, dejándonos a los dos en nuestra burbuja de tensión y deseo.
Él susurró en mi oído, su voz era profunda y sugerente, “Esta noche es para ti”. Esas palabras encendieron algo dentro de mí y la verdad estaba dispuesta a todo. Me levanté y lo guíe hacia una habitación que la discoteca tenía exclusiva para este tipo de eventos. Mis amigas, ahora convertidas en sombras en el fondo de mi mente, se quedaron en la disco bebiendo y bailando.
Nos besamos apasionadamente, y mis manos exploraron su cuerpo, cada músculo, cada línea, cada bello. Él respondió con la misma intensidad, sus dedos deslizándose por mi piel, enviando ondas de placer por todo mi cuerpo. Cada toque, cada beso, era un anticipo de lo que estaba por venir.
Simplemente, me recosté en la cama y comenzó a darme besos en la entrepierna, y fue bajando ligeramente hasta mi vagina, después de 10 años de relación estaba probando el placer de estar con otro hombre y la verdad se sentía exquisito; sentí su cuerpo apretándose contra el mío, sus manos firmes guiándome, y cada momento se grababa en mi cuerpo con una claridad casi dolorosa.
Al final, nos quedamos allí recostados uno al otro, disfrutando del sudor mezclado en nuestros cuerpos. Me miró a los ojos, y su sonrisa fue de satisfacción pura y mutua. Esa noche nos separamos, sabiendo que lo que habíamos compartido era algo más que una simple actuación. Al regresar a casa, me di cuenta de que había vivido una fantasía, una despedida de soltera que superaba cualquier expectativa. Y aunque el tiempo ha pasado, todavía puedo cerrar los ojos y revivir cada momento, cada sensación, con la misma intensidad de esa primera vez.