¿Deseas aumentar la intensidad?
Escucha nuestro podcast y eleva el nivel de sensaciones:
Nuestra palabra clave es “azúcar”, pero la mayoría del tiempo es innecesario usarla.
Haló mi cabello para atraerme hacia él y darme un par de cachetadas sensuales junto a un apasionado beso mojado con lengua.
Me empujó al suelo para atar mis manos fuertemente con una correa de cuero, amordazar mi boca y ponerme en cuatro para con una paleta de madera azotar mis nalgas expuestas.
Yo llevaba puesto sólo unas altas botas brillantes y un rojo labial, él, por su lado, estaba armado de un gran látigo y sus ganas desenfrenadas de dominar.
Dolor-Placer
Disfruto del dolor, de la complicidad y del juego de roles, despojarme de prejuicios, miedos e inhibiciones.
La excitación que conlleva el sufrimiento, los golpes nivelados y el no tener el poder de mi lado.
-No hables, no gimas, hoy eres mi sumisa
Yo solo asenté con mi cabeza.
-Te taparé los ojos, tú solo siente.
Tras decirlo, comenzó a pasar por todo mi cuerpo una pluma, las sensaciones corporales aumentan cuando uno de tus sentidos está impedido.
La percepción de cosquilleo e impotencia de no poderte mover te va calentando cada vez más la piel.
Me paró y con unas esposas me sujeto al espaldar de la cama, yo sólo escuchaba su respiración agitada y él cada cuánto murmuraba:
-No quiero queja alguna
Sabía que el nivel estaba por incrementar, así que los latigazos no se hicieron esperar. Comenzó suavemente en mis piernas, cada que me quejaba me latigueaba las palmas de las manos, fue subiendo hasta mi pecho, apretaba mis pezones con sus dedos y lamía mis senos en recompensa por aguantarme los gestos.
-¿Eso te gusta? Lo sé, pero no te puedes mover… o te castigo.
Se fue poniendo la situación aún más ardiente cuando me hizo sentir su pene erecto en mi cuerpo.
-¿Lo sientes? Así me pones.
Yo estaba tan mojada que quería que me lo metiera en ese preciso momento, pero sabía que si me movía me castigaría y si hablaba pararía. Y quería más, mucho más.
Juego peligroso
Tocó con sus dedos mi vagina para confirmar que tan excitaba me ponía, masturbó tan sólo por un minuto mi clítoris, me daba y me quitaba al mismo tiempo, su juego de dominación es capaz de causarme desesperación.
En medio de mordiscos que me daba por todo el cuerpo bajó hasta llegar a mi vagina. Pasó su lengua por mi vulva, y luego… Luego con un hielo en sus labios trató de enfriar la situación, pero me puso aún más caliente que con lo anterior.
Daba leves manotazos en mi vagina y con su paleta de madera golpeaba mi entrepierna.
-Mételo ya! Logré quitar mi mordaza y gritar.
-Eso no te lo permito, dijo él.
Me desató, quitó la venda de mis ojos y me empujó contra la pared.
-¿Esto querías?
Así que sacó su látigo y me azotó 10 veces en castigo por lo sucedido.
-Cuando te portas mal, esto sucede.
Pero eso, en vez de ponerme a sufrir me hacía quererme venir. Y él estaba igual que yo.
Tiró de mi cabello de nuevo para comenzar a besar mi cuello y por detrás meterme su dura verga. Mientras me penetraba, me nalgueaba y cacheteaba.
Me volteó y apretó mi cara, la escupió y comenzó a lamer mi boca, no permitía que me moviera, el tenía total control.
Me cargó y siguió metiendo su pene, tiene una fuerza masculina y abrumadora, logra ponerme siempre muy cachonda.
Al bajarme, amarró mis manos a mis pies para dejarme en una posición aún más limitante, esparció lubricante por todo mi ano y comenzó a darme en cuatro.
-No te vayas a venir
Me ordenó mientras me cogía con pasión. Aguanté, aguanté lo más que pude, pero fallé. Creí que mi vagina estallaría de excitación, pero él lo terminó mucho mejor.
– Abre la boca, dijo segundos antes de sentir su esperma por toda mi cara.
– En la próxima, no seré tan permisivo.