Muchas veces me cuestioné si ser conejita playboy había sido la decisión correcta. Si entrar en el mundo del modelaje de desnudos y ropa interior me cambiaria la vida de la forma incorrecta. Pero cuando viví una de las mejores experiencias, todo cambió.
Todo comenzó a los 17 años. Me metí a una reconocida escuela de modelaje. Allí me enseñaban a caminar, posar para las fotos, comer, reglas de etiqueta y a vestir. Iba 3 veces por semana. Me gustaba mucho porque sentía que era toda una dama y mis modales estaban mejorando.
Cuando cumplí los 18, la agencia me dijo que estaban recibiendo niñas para una sesión de fotos más atrevida. Las fotos eran en ropa interior y vistiendo disfraces sexys para una marca de lencería que apenas comenzaba. Accedí porque el pago era muy bueno.
Comenzamos con la ropa interior. Mi amiga y yo teníamos que posar de manera sexy sin ser muy vulgares o provocativas. Pasó más de una hora hasta que nos pusimos los disfraces: yo me vestí de conejita de playboy y ella de diabla. Me encantaba verme vestida de conejita playboy. Me sentía sexy y con ganas de comerme al mundo.
Cuando terminamos, llegué a mi casa y me puse a investigar sobre el tema. Ser conejita playboy exige unos requisitos que yo ya tenía entrenados a la perfección. Como estaba tan interesada, llené el formulario para hacer la entrevista, organicé todos mis papeles para el gran día, me puse juiciosa a entrenar mis poses para las fotos y me compré unas tangas muy provocativas que dejaban poco a la imaginación.
Cuando me hicieron la audición, tuve que posar en ropa interior y desnuda frente a la cámara para ver si tenía seguridad de mi misma. Así que llegué con toda la actitud y puse en practica todo lo aprendido en la agencia de modelaje. La audición duró 20 minutos aproximadamente. Después de una larga espera de casi 2 meses, al fin me llamaron.
Al fin tenía mi propio espacio en la Revista Playboy. Estaba un paso más cerca de llegar a la mansión y ser una conejita playboy con todas las de ley. De ahí en adelante, todo fue perfecto. Asistía a muchos eventos, tuve mi propio espacio con unas fotos muy atrevidas en la revista, me llamaban para hacer publicidad en muchas marcas de ropa y lencería. La estaba pasando genial.
Una noche, tenia que asistir a un evento en el un famoso hotel de la ciudad. Era una ocasión muy importante y debía asistir elegante, con un vestido largo, pero teniendo siempre a mano mi traje de conejita playboy. Me tomaron fotos, hablé con las personas encargadas del lugar e hice vida social para darme a conocer mucho más.
Cuando la formalidad terminó, me puse mi traje de conejita playboy y me reuní con las otras conejitas que vi en el lugar. La fiesta apenas comenzaba y todas estábamos ansiosas por divertirnos y pasarla delicioso siendo el foco de atención de todos los hombres del lugar. Como aún no era una conejita exclusiva, todavía podía tener relaciones sentimentales con otros hombres y hacer vida social como cualquier mujer.
Estaba bailando con mis amigas y coqueteando con uno que otro chico que conocí ese día. La noche pasó volando y cuando menos lo imaginé eran las 4 de la mañana y yo seguía bailando como si no hubiera un mañana. La fiesta terminó y mientras bajaba al lobby a tomar un taxi, uno de los chicos me invito a seguir la fiesta en su casa. Me dijo que iban a ir varios amigos y que nos podríamos ir juntos en su carro. Le dije que sí porque la verdad, tenía muchas ganas de cogerme a alguien vestida de conejita playboy.
Mientras llegábamos a su casa, me decía que verme vestida así lo hacia sentir como Hugh Hefner, que no pensó nunca en tener a una conejita playboy en su carro y menos camino a su casa. Eso me hizo desearlo más, sabia que ambos nos queríamos comer ahí, pero yo quería modelarle un poco más mi traje y luego comérmelo hasta el día siguiente.
Cuando llegamos a su casa, la fiesta estaba un poco apagada, así que comencé a bailar de forma sensual para que todos se animaran un poco más y luego robarme a mi chico. Cuando vi que todos estaban ya entonados, le dije que me acompañara al cuarto. Comencé a besarlo y a preguntarle si quería tener sexo salvaje con una conejita playboy. Me decía que sí a todo, que ese día me haría el amor tan rico, que nunca lo olvidaría. Me monté en su cama y comencé a bailar mientras movía mi culo haciendo un twerk que lo dejara con la boca abierta.
Su pene se veía grande por debajo del jean, y mientras yo seguía bailando para él, sus manos iban recorriendo mi cuerpo y excitándome con cada caricia. Le quité la camisa y le besé el pecho dejándole labial regado por todo su cuerpo. Luego, le quité el pantalón y le dije que quería ver su pene mientras yo me iba quitando suavemente el traje de conejita playboy. Quedamos desnudos, pero me dijo que me dejara los tacones. Me quede de pie y él se arrodilló a besarme mientras tocaba mis piernas y me acariciaba la cola. Luego, me acostó en la cama y besaba mis piernas de arriba hacia abajo hasta llegar a mi clítoris mojado por la excitación.
-Estas tan rica, quiero metértela hasta el fondo. Hasta que te duela.
Me decía cosas sucias mientras me besaba la vagina y metía sus dedos para chuparlos y darme dedo. Cuando ya me dejó bañada en saliva, se paró en la cama y lo besé hasta ver sus ojos ponerse en blanco por la excitación. Se volvió a acostar y me fue penetrando suave hasta que entró todo. Luego, su velocidad aumentó y ahora estábamos en un encuentro salvaje mientras nuestros cuerpos sonaban con cada choque. Escuchar ese sonido de mi vagina chocando con su pene era delicioso. Me excitaba cada vez más y quería que siguiéramos con ese ritmo toda la noche. Su pene me lo hacia tan rico que yo gritaba él me decía que mis gritos le daban ganas de darme mas duro para hacerme venir.
Cuando le dije que cambiáramos de pose, me acosté en su escritorio y levante mis piernas para que me diera duro mientras la mesa se movía de un lado a otro y nosotros nos escapábamos de caernos. Mientras me lo comía, sentía que ser conejita playboy era una experiencia deliciosa. Ya sabía lo que era sentirse deseada y lo debía aprovechar para sentir lo que era vivir al límite.
Estuvimos culiando por más de 2 horas hasta que se cansó y yo había tenido 1 orgasmo que me dejó iniciada. Le dije que no quería parar, así cambiamos e hicimos 69 para besarnos al mismo tiempo y poder acabar con su semen en mi boca y yo, con otro orgasmo que le dejara la boca sabiendo a pura cuca mojada. Me metía su verga hasta el fondo de mi garganta y él me besaba la vagina y metía un dedo en mi culo. Tenia tanta arrechera que le dije que no parara, que ese dedo en mi culo me iba a hacer venir. Así que comenzó a meterlo rápido y yo lo besaba a la misma velocidad.
Lo besé con tantas ganas hasta que su semen salió disparado en mi boca y me hizo tragarlo mientras lo saboreaba. Lo chupé un rato más hasta que me volteé y le dije que siguiera besándome, que ya casi su conejita playboy tendría otro orgasmo de locura. Metió su cabeza entre mis piernas y me chupaba tan rico que me mojé y dejé su cara atrapada en mi vagina para venirme por segunda vez. Gemí tan suave, que me quedé sin aire, disfrutando de esa venida tan deliciosa mientras su lengua seguía besándome hasta llegar a desesperarme.
Continuará.