sexo oral en la oficina 1

Sexo oral en la oficina

Por Valentina Vargas

Era un día normal en la oficina. Llegaba siempre ansioso por ver a la nueva practicante que habíamos contratado para los temas de la contabilidad. Estaba re buena, era alta, flaca, de cabello crespo, piel trigueña, labios gruesos y ojos claros. Toda una mamacita. Varias veces fantasee con ella en la oficina. Me la imaginaba arrodillada debajo de mi escritorio haciéndome sexo oral.

Un día, después del almuerzo me quede viendo el celular un rato y hablando con unos amigos para hacer un asado por mi cumpleaños. Hubo un momento en que estaba solo y ella se acercó a conversar conmigo. Me dijo que casi no conocía a nadie y que quiso hacerme compañía.

Cuando se acercó y me habló no pude evitar tener una erección y pensar en esa fantasía de tener sexo oral en la oficina. Me la imaginaba haciéndole de todo. Quitándole esa camisa de botones para ver esos senos que me ponían a volar, poniéndola en cuatro para chuparle ese culito y haciéndole el amor encima de mi escritorio. Todas esas cosas pasaban por mi mente mientras ella me contaba sobre su pasantía y como se estaba sintiendo en el trabajo.

El tiempo del almuerzo terminó. Nos despedimos, pero como me había dicho que se sentía algo sola, la invité al asado de mi cumpleaños. Igual lo hacía por cortesía, no pensé que luego fueran a pasar cosas de otro nivel y menos que el sueño de que ella me hiciera sexo oral se fuera a cumplir tan pronto.

Desde ese día hablábamos casi todos los días en el almuerzo. Cada día la veía más buena. Creo que se estaba arreglando más por mí. No lo sé, solo sé que yo buscaba el momento perfecto para culiarmela y romperle ese culo en la oficina.

Para fin de mes me tocó quedarme hasta tarde en la oficina y a ella igual. Estábamos pagando nómina y cuadrando el pago de los nuevos trabajadores. Estaba muy estresado. Salí a tomarme un café y ella estaba concentrada en lo suyo, pero yo no podía dejar de ver sus piernas y esos tacones que la hacía ver como una puta en celo. Me acerqué a ella y le dije que después de terminar todo saliéramos a tomar unas cervezas para relajarnos.

Cuando terminamos de trabajar me dijo que ya estaba lista, pero al verla entrar a mi oficina se le notaban los pezones por debajo de la blusa. Tenía una mirada que decía de todo. No sé si ella de verdad estaba excitada o era mi imaginación, pero me arriesgué. Le dije que se veía muy linda, ella sonrió y me dijo que yo también estaba muy guapo.

Nos fuimos acercando mientras hablábamos sobre a dónde íbamos a ir, pero cuando le acaricié el hombro y ella me miro los labios sabía que tenía luz verde para al menos besarla. La tomé del cuello y la besé. Sentí que podía hacer más, así que sin pensarlo le toqué el culo y luego comencé a tocarle las tetas. Todo se dio perfecto. Ambos estábamos muy calientes. Le toqué los pezones mientras mi pene rozaba su vagina, luego le mandé la mano a la cuca y le metí el dedo. Quería arrancarle esa falda y comérmela enterita, pero en lugar de eso ella tomó la iniciativa y me bajó el cierre del pantalón, me cogió el chimbo y me lo chupó como una experta en sexo oral.

Era de no creerlo. Estaba por comerme a la buenona de la oficina y cumplir la fantasía de tener sexo oral en la oficina. Tenía tanta arrechera que la empeloté toda y le dije que me lo chupara hasta hacerme venir. Ella siguió mis órdenes y se quitó toda la ropa. Verle esa cuca grande y depilada fue lo mejor. Además, estaba mojada y ansiosa por sentir mi verga dentro de ella. Pero le dije que eso tenía que esperar. Que primero me lo chupara y luego me la comería en mi escritorio.

Se arrodilló y comenzó a besar mis huevos primero. Los succionaba mientras con sus manos me masturbaba. Lo escupía con mucha saliva para que sus manos se resbalaran bien sobre él. Luego, lo beso en la base y fue subiendo como si estuviera comiéndose una paleta. Con la lengua hacia movimientos circulares en la punta de mi chimbo y la chupaba para desesperarme. Le decía que hacía mucho tiempo soñaba con que ella me hiciera sexo oral de esa manera.

Sus manos recorrían mi pecho y su boca no paraba de darle besos a mi pene. Cuando sentí que mi punta tocó el fondo de su garganta supe que ella era una experta. Se lo metía hasta el fondo y sin importar que le dieran ganas de vomitar y que sus ojos se pusieran aguados, seguía así hasta llenar de saliva el suelo. Estuvo con mi chimbo en su boca por 20 minutos. La agarraba del pelo y le decía que me lo tenía que hacer rápido porque tenía ganas de ver como tragaba mi leche y como caía en sus senos. Así que me hizo sentar, con una mano me masturbaba, con la otra se tocaba ella, se metía los dedos para calentarme más y con su boca me hacía tocar el cielo. Que lengua tan deliciosa.

– ¡Chupa, chupa, chupa, ya casi sale! ¡Ahhhh!

Me vine en su boca de una manera indescriptible. Se lo tragó todo. Solo unas pequeñas gotas cayeron en sus senos y yo estaba rendido del placer. Me mostró como su boca había quedado blanca de mi semen. Lo saboreó mientras me seguía besando.

Se limpió los senos, se vistió de nuevo y salimos de la oficina por las “cervezas” que habían quedado pendientes. La llevé a mi casa y me la comí toda la noche. Tuve el sexo oral soñado con esa mamasota que me ponía a soñar cada tarde en la oficina.

Compártelo
WhatsApp
Twitter

6 Me gusta

Deja una respuesta

ENVIA TU COMENTARIO

Para poder enviar tu comentario debes estar registrado.

Puedes crear/acceder a tu cuenta aqui:

ENVIA TU RELATO

Para poder enviar un relato debes estar registrado.

Puedes crear/acceder a tu cuenta aqui: