Estás a un episodio de lograr un gran orgasmo
Escucha nuestro podcast y eleva el nivel de sensaciones:
Una noche de Urgencias
Marcelo y yo teníamos el turno nocturno esa noche, siempre me había parecido atractivo y ese día era mi gran oportunidad para dar el primer paso.
Recuerdo que miraba sus ojos color miel por encima de una gran montaña de expedientes médicos, bajo la luz blanca del hospital su tez dorada era perfecta y yo solo podía imaginarme cómo sería una noche apasionada con él.
Pronto levantó su mirada y justo se encontró con la mía, me sentía avergonzada porque se había dado cuenta de que lo estaba espiando; siempre que nos mirábamos había un coqueteo que me erizaba la piel.
Un par de horas después me fui a dormir un rato en los vestidores del hospital ¡Estaba muy cansada!, y no pasaron ni 10 minutos cuando sentí la puerta abriéndose, era Marcelo.
- Lo siento por despertarte vine a buscar algo – Mencionó
- No te preocupes no estaba dormida. – respondí
Siempre hubo tensión sexual entre ambos, pero ninguno se atrevía a decirlo, supongo que nos daba un poco de pena aceptarlo.
De un momento a otro mientras él alcanzaba unos equipos médicos todo lo que estaba encima de esa gaveta se vino abajo, así que corrí a ayudarlo.
Pronto nuestro rostro se encontraba muy cerca uno del otro y nuestro ritmo cardíaco aumentó, no sabía si robarle un beso o seguir como estábamos hasta ahora, pero antes de ni siquiera pensarlo él ya lo había hecho.
Ambos nos quedamos extrañados mirándonos fijamente, pero no dudé ni un segundo en volver a tomar su rostro y juntar sus labios con los míos, él casi que de inmediato me tomó de la cintura, me levantó y de inmediato me sentó sobre un pequeño mueble de papelería que se encontraba allí.
Empecé a quitar su camisa y metí sus manos dentro de mi pantalón todo lo que había imaginado se estaba cumpliendo.
Empezó apretar mis genitales de una manera muy particular como nunca antes me lo habían hecho y lentamente fue introduciendo dos de sus dedos dentro de mi vagina, ambos bajamos la mirada para ver cómo me masturbaba, habíamos coincidido en algo, nos encantaba ver cómo mi vagina recibía placer.
Bajó su rostro hasta ella y empezó a lamer mi clítoris muy lentamente mientras seguía introduciendo sus dedos, mmmm… a este hombre todo le queda perfecto.
Quise masturbarlo, pero él no se dejó, me dijo que solo quería darme placer y con eso ya era suficiente para él, volvió a subir su rostro hasta el mío y empezó a morder mis labios suavemente mientras me miraba aumentando el ritmo en el que me masturbaba ¡Dios! Era tan delicioso, que no quería que terminara.
¡Al fin me hizo venir! Y terminé exhausta pero muy satisfecha, y sin darme cuenta él también se había venido y todo su pantalón lo demostraba. Me bajé rápido del mueble en el que estaba sentada para limpiarme con algunos pañitos húmedos que tenía en mi bolso, y él se dirigió hacia su locker para colocarse un pantalón de repuesto que había traído.
Todo era muy extraño, pero sumamente delicioso, nunca había estado con un hombre que llegara a su placer máximo solo masturbándome. No pasaron ni 8 minutos de nuestro encuentro cuando una compañera tocó nuestra puerta, nuestros rostros fueron de asombro y de risa al mismo tiempo.
Me volví a hacer la dormida dentro de la banca que había en la habitación y él sencillamente tomó los equipos que había venido a buscar y salió como si nada hubiera pasado.
El turno nocturno se había vuelto uno de nuestros favoritos y claramente seguiríamos encontrándonos.