🔊Un encuentro prohibido

Por Bali Club

Estás a un episodio de lograr un gran orgasmo

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Un encuentro prohibido

Hacía muchos años desde que tenía más o menos 15 siempre me había parecido atractivo mi primo Daniel, pero nos habían dicho que debíamos permanecer separados, ya que jugábamos juntos todo el tiempo y teníamos actitudes el uno con el otro no de muy primos.

Los años fueron pasando y ambos fuimos creciendo, sin embargo, siempre que nos encontrábamos en alguna fiesta o reunión familiar se podía sentir la tensión sexual en el ambiente. Por mucho tiempo pensé que solo era mi imaginación hiperactiva, pero estaba a punto de descubrir que no era así.

Se acercaba el aniversario número 50 de mis abuelos y toda la familia se reunió en una casa finca para celebrar, incluyendo a Daniel. Todos los tíos, primos, sobrinos y nietos estábamos en el mismo lugar, claramente era imposible que Daniel y yo no cruzáramos palabra durante todo el fin de semana.

Tan pronto coincidimos en la piscina ambos nos colocamos muy nerviosos, las manos no sudaban y la voz se entrecortaba, pero eso no fue impedimento para hablar y contar que habíamos hecho durante todos estos años que habían pasado. Mientras hablaba yo solo lo miraba sus ojos y la comisura de sus labios moverse, con cada palabra mi cuerpo aunque no lo mostraba estaba completamente erizada y solo quería robarle por primera vez un beso. Mi mente me gritaba que no era normal lo que estaba pensando, pero mi cuerpo solo me alentaba cada segundo a hacerlo.

De un momento a otro mientras nadie miraba le robé un pico y él aterrado me quedó mirando fijamente a los ojos, y sus mejillas empezaron a colorearse, me dio mucha risa, pero entendí que era vergonzoso ese momento.

Él se aseguró con la mirada de qué nadie nos hubiera observado y solo me dijo que teníamos que hablar esa misma noche detrás de la casa familiar en una pequeña choza, justo al frente del lago de la finca.

Salió corriendo, huyendo de ese momento entre ambos y yo solo me quedé con 1000 preguntas en la cabeza de qué rayos había hecho, pero sobre todo si lo había disfrutado y la verdad es que sí.

Tan pronto cayó la noche me fui caminando a escondidas hasta la choza en la que habíamos quedado encontrarnos y él ya estaba allí, al mirarme no pensé que fuera hacer lo que hizo, me imaginé de todo menos eso, tomo mi rostro y me dio un apasionado beso. ¡Si todas las ganas reprimidas de años se resumieron a solo un par de segundos!

Inmediatamente le pregunté qué significaba eso y enseguida respondió que todo el tiempo en el que había querido satisfacer sus ganas y nunca lo había logrado.

No entendía absolutamente nada de lo que pasaba, pero tampoco quería hacerlo, no quería dañar el momento y menos después de todo el tiempo que había pasado para poder obtenerlo, así que simplemente tomé su rostro y seguí besándolo, él con sus manos en mi cadera me atrajo hacia su pecho y empezó a apretar mis nalgas por encima de un diminuto vestido blanco que llevaba ese día.

Pronto todo fue tomando un tono mucho más sexual y él fue besando mi cuello muy lentamente mientras bajaba las mangas de mi vestido hasta un poco más abajo de mi busto, para así apreciar mis grandes senos y empezar a llenarlos de besos.

Quitó mi sostén y empezó a succionar mis pezones, el deleite que podía sentir era extraordinario y no había pasado mayor cosa.

Poco a poco fue bajándose hasta mis pies y se hincó justo enfrente de mí, mi vestido era de boleros sueltos y él mirándome a los ojos fue retirando mi panti completamente, luego me hizo la señal de que colocara mi pie justo encima de un tronco que había allí para así poder experimentar el placer de mi fruta prohibida con todas las ganas.

Restregaba su cara por toda mi vagina y solo se escuchaban mis fluidos pasar por lengua, mientras acariciaba mi clítoris con sus dedos de una manera muy suave y al compás de lo que le hacía a mis labios menores.

Se dio cuenta de que estaba en uno de mis puntos más altos de placer e inmediatamente retiró su camisa mientras yo bajaba sus pantalones para agilizar todo el proceso. Me tomó de las piernas mientras yo sostenía su nuca con mis manos y me subió a una mesa de madera que se encontraba en el lugar. Bajó sus boxers clever hasta un poco más abajo de sus nalgas, yo abrí mis piernas y recogí mi vestido para que él empezara a frotar su gran pene en mis labios vaginales.

Estaba todo mojadito y listo para la acción, así que fue introduciendo muy lentamente mientras ambos íbamos mirando como mi vagina abrazaba su glande.

Poco a poco se introdujo completamente y él tomó mi rostro para tener mucho más de cerca a mi cara de placer y yo lo abracé con mis piernas.

Ufff, la sensación, el calor y el placer que vivía en ese momento creo que nunca más pude experimentarlo, la adrenalina de qué nuestra familia no se diera cuenta y las ganas de explotar y gritarle a todo el mundo el momento tan delicioso que estaba pasando se confrontaban.

Él fue dándome muy duro y mis piernas temblaban como nunca antes, nuestras respiraciones se agitaban, el placer se intensificaba y el ritmo no paraba.

De un momento a otro lo sacó de dentro de mí y se vino en el pasto, yo quedé justo con el placer en un suspiro y él se pudo dar cuenta, así que no desaprovechó el momento y empezó a masturbarme con los dedos para yo también lograr el éxtasis.

No podía más y mi placer se evidenció en un gran chorro de squirt.

¡Que delicia!

Pero como lo bueno no dura tanto vimos una de las luces de la casa encendidas y en menos de 30 segundos ya estábamos vestidos y completamente en silencio para que no nos fueran a pillar.

La adrenalina era de otro nivel y nos tocó esperar hasta muy tarde para volver a entrar a casa con el mayor sigilo de todos.

Pero antes de despedirnos en ese momento prometimos no volver a tocar el tema y mucho menos recordarlo, esto solo había pasado una única y última vez y solo nosotros podríamos saberlo y guardar el secreto.


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