Dejé de ser virgen desde los 17 años. Mi primera vez fue con un amigo al que yo le gustaba mucho. Yo lo quería mucho como un amigo, pero lo hice más que todo porque él me insistía. Me decía que era mejor hacerlo con un amigo la primera vez para que después tuviera más experiencia con una persona realmente especial. Pero desde ese día, solo tengo sexo anal.
Luego de eso, me fue algo difícil confiar en otra persona. Después de 3 años más conocí a un chico que me enamoró. Teníamos la misma edad, 20 años. Salimos por 3 meses hasta que me pidió ser su novia oficial. Acepté pensando en que tarde que temprano tenía que afrontar la realidad y hacer el amor con él. Un día le dije que antes de tener sexo le quería contar lo que me había pasado. Él lo comprendió mucho y me dijo que me esperaría el tiempo necesario.
Llegó el día en que ya no tenía dudas. Sabía que mi novio era la persona correcta para dejar el miedo y dar el siguiente paso. Nos quedamos solos en su casa y comencé a darle besos largos para que entendiera la indirecta.
– ¿Estás segura de que quieres hacerlo?
-Si. Ya me siento lista.
Me quitó la ropa tiernamente y me acostó en la cama para besarme de arriba hacia abajo. Tenía algo de pena, así que apagué la luz y prendí el televisor para estar más tranquila. Me quitó los cacheteros y me dio sexo oral mientras se masturbaba con la otra mano. Yo intentaba besarle el pene, pero él quería que yo disfrutara mucho nuestra primera vez.
Cuando terminó de besarme la cuquita, se montó encima de mí e intentó metérmela. Me dolió mucho porque hacía 3 años no lo hacía. Era prácticamente virgen. Intentamos varias veces y nada. Entonces le dije:
– ¿Y si lo intentamos por detrás?
– ¿QUÉ? Estás loca, por el culo te va a doler más.
-Pues intentémoslo. De pronto tener sexo anal lo pueda soportar un poco más.
Me puso de cucharita y metió su dedo primero para que no fuera a asustarme. Luego, fue metiendo su pene mientras sacaba su dedo. Ya entró, me dijo mientras su voz reflejaba asombro y felicidad al mismo tiempo.
Su pene entraba suave y salía aún más suave, pero a mí me encantaba. No podía creer que estaba teniendo sexo anal tan fácil y tranquilamente. De pronto había sido la cerveza que me había tomado antes la que me relajó un poquito y me quitó los nervios de encima.
Mi novio se puso tan arrecho que me lo hacía como si no hubiera un mañana. Me decía que tener sexo anal conmigo era mejor que hacerme el amor por la vagina, que mi culito le apretaba el pene tan rico que sentía corrientazos y le daban muchas ganas de echarme su leche adentro.
Cuando apretaba con ganas mi culo, él me cogía duro el cabello y me decía que si lo hacía de nuevo me iba a pegar una nalgada para que me doliera. Apreté mi culo muy fuerte y me dio una nalgada que me ardió y me dejó roja la cola, pero eso me ponía muy caliente.
Cambiamos de posición, me puse en cuatro con la cara en la cama y el culo levantado hacía él. Me lo metió de una mientras sus manos agarraban fuerte mis senos y me los apretaba. En mi mente solo pensaba en una cosa: tener sexo anal era un sueño que me estaba perdiendo hace mucho tiempo.
Estuvimos haciendo el amor por poco más de 30 minutos hasta que sentimos que su mamá llegó. Le dije a él que debíamos parar o acabar ya. Sin duda alguna me miro a los ojos y en un momento de puro placer, me metió hasta las huevas y se vino adentro. Mi culito chorreaba esa leche mientras su mamá rondaba por la sala preguntándose por nosotros.
Me limpie rápido con la toalla de él y salimos a la sala como si nada. Prendimos el televisor y en eso me dijo: no pensé en comerte ese culo hermoso tan rápido. Fue el mejor sexo anal que he tenido. Me reí y le apreté el pene con mis manos mientras le decía que teníamos que repetir.
Así fue, pasaron 4 meses en esas. Mi novio dándome por el culo mientras teníamos sexo anal como unos salvajes. En todo ese tiempo solo lo hicimos por detrás. Era raro porque él tampoco me preguntaba si lo hacíamos normal, solo llegábamos siempre al mismo punto: a dejarme comer el culo como toda una actriz porno recorrida.
Llevo 2 años así y ha sido una experiencia deliciosa. Para tener los orgasmos que todas las viejas tienen tengo mis dedos, mi imaginación y uno que otro lubricante caliente que me pone arrecha cada que veo porno. Pero cuando se trata de sexo, les digo a mis amantes que mi especialidad es tener sexo anal, que con mi culo pueden hacer lo que quieran porque lo disfruto más que otra experiencia sexual.