Plomero caliente

El plomero caliente

Por Valentina Vargas

Desde hace poco, me metí en esa onda de tener sexo jugando con roles y disfraces eróticos. De vez en cuando, salía de trabajar y compraba algunos atuendos sensuales para sorprender a mi novio y salir de la rutina de siempre. Me vestí de muchas cosas, pero la fantasía que más me gustó, fue la del plomero caliente.

Comenzamos con los disfraces de siempre: enfermera, mucama, profesora, estudiante, monja, policía, etc. La mayoría de las veces me disfrazaba yo para seducirlo. Pero un día de amor y amistad, cambiamos los roles.

Le dije que quería que me hiciera algo especial, siguiendo con la idea de los disfraces o los roles sexuales. Así que un día, armó una miniescena en nuestra casa, “dañó” una tubería y regó agua para poder entrar en su papel de plomero caliente y arreglar los daños. Cogió su caja de herramientas y me dijo que me iba a arreglar la tubería, que el piso estaba muy sucio y que necesitaba hacer mantenimiento general.

Yo me había puesto un vestido corto y mientras le iba diciendo a mi plomero caliente donde estaba el tubo roto, el vestido se iba subiendo por mis piernas y dejaba a la vista mis tangas color rojo.

Él se agachó para ver cuál era el daño en la tubería mientras me preguntaba que hacía cuando no le hacía mantenimiento a la cañería. Le dije que nunca le había hecho mantenimiento, pero que ya necesitaba una miradita para que no fuera a dañarse.

Admito que la idea de tener a mi propio plomero caliente era un sueño. Mientras él me “revisaba el daño”, yo le decía cosas calientes para que la escena se calentara más. Sin que él me viera, me quité las tangas y me quede con el vestido puesto. Luego, me agaché para mostrarle dónde estaba en daño y cuando vio así, la escena cambio completamente. Ahora, me estaba revisando a mi y me estaba haciendo un chequeo completo.

Ma cargó y me puso encima del mesón de la cocina mientras su herramienta se notaba por debajo del overol que llevaba puesto. Yo le decía que necesitaba que el mantenimiento de mi cañería y el suelo mojado, quedaran muy bien arreglados porque estaba pagando por un servicio completo. Así que me levantó el vestido y comenzó a revisarme la vagina diciéndome que la humedad era grave, que tenía que meter una llave para eliminar toda la humedad. Mientras me decía eso, yo le respondía que nunca me había dejado revisar por un plomero caliente como él.

Cuando me metía su herramienta en mi tubería, yo gemía de placer y lo arañaba en sus grandes hombros. Me lo hizo en el mesón de la cocina por 20 minutos hasta que me paró y quitándome el vestido, me arrinconó sobre el lavadero y me lo metió mientras yo le daba la espalda.

– ¿Te gusta? ¿te gusta el mantenimiento que te estoy dando?

– Me encanta. Pero necesito que mi plomero caliente me deje muy lubricadita.

Lo hicimos de espaldas mientras mi culo sonaba por el choque contra su pene y sus manos apretaban mis senos para excitarme más. Luego, me montó en la lavadora y me chupó el clítoris mientras se masturbaba y me decía que mi tubería era deliciosa.

Mientras me besaba, en mi mente no dejaba de pensar en ese plomero caliente que me estaba follando en mi lavadora y me estaba excitando al punto de querer comérmelo en cada rincón de mi casa.

Cuando ya estaba por venirme, me dice que me lo quiere meter para venirse adentro y dejarme como yo le pedí, lubricada y con el mantenimiento completo. Así que me abrí de piernas y le dije que me lo hiciera fuerte y rápido porque el tiempo del mantenimiento que había contratado con el plomero caliente se iba a terminar y necesitaba quedar completamente satisfecha.

Me agarró de la cadera y me hizo el amor tan fuerte que la lavadora pegó contra la pared mientras los dos gemíamos de placer. Su leche quedó adentro de mi vagina y se iba regando sobre la lavadora mientras su pene salía blanco y lleno de semen.

Comerme a mi novio jugando al plomero caliente mientras que le hacía mantenimiento a mi cañería, fue espectacular. Definitivamente, lo repetiría una y mil veces porque una de las mejores experiencias sexuales de mi vida es haber tenido a un experto lubricándome la tubería.

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