Vagina mojada

Vagina mojada

Por Valentina Vargas

Desde que conozco a mi novia, siempre ha sido una mujer muy caliente y con muchas ganas de hacer el amor. Nuestra primera cita la tuvimos en un parque cerca a su casa. Tenía un vestido que dejaba ver sus hermosas piernas y un sombrero que parecía de playa. Me enamoré al instante, pero lo que hizo que me volviera completamente loco por ella fue su vagina mojada.

Siempre la tenía mojada. Ella me decía que era porque mantenía excitada y quería hacerlo donde fuera. Yo le daba gusto cada que podíamos porque una vagina mojada como esa, no se deja con las ganas nunca.

Recuerdo la primera vez que lo hicimos, llevábamos 1 mes de novios y la invité a rumbear. Fuimos a un lugar donde ponen de todo. Bailamos salsa, merengue, bachata y una que otra cumbia de las de antes. La estábamos pasando delicioso.

Cuando pusieron un vallenato, nos sentamos un rato a descansar. De pronto me comenzó a besar apasionadamente y me dijo que metiera mi mano por debajo del vestido para que sintiera lo que ella llamó “una sorpresita”. Cuando metí mis dedos por debajo del panty pude sentirla, su vagina mojada hasta el punto en que los pantys estaban húmedos. La miré y mi pene se paró de una. Estaba muy excitado. Quería arrancarle el vestido ahí mismo y penetrarla sin importar que todos nos vieran.

Disimuladamente, comencé a masturbarla ahí sentados. Metí dos dedos y la comencé a excitar más. Ella me decía que me quería comer, que fueramos al baño a tener un rapidín porque no aguantaba las ganas. Le dije que no, que mejor fuéramos a moteliar. Así que nos acabamos la botella de aguardiente y nos fuimos al motel.

En el taxi, me dijo que siguiera lo que inicié en la discoteca. Así que metí mi mano de nuevo y pude sentir esa vagina mojada, pidiendo que la penetrara para tocar el cielo y volver.

-Que rico mi amor-. Me dijo ella, gimiendo de placer.

Yo solo quería llegar al motel rápido para hacerla mía y tener sexo con ella en todas las posiciones posibles.

Cuando entramos, nos registramos rápido y subimos para por fin hacer el amor. Llegando a la habitación, comenzó a besarme y a decirme cosas sucias que me iba a hacer. La cargué en mis brazos y al entrar a la habitación, la tiré en la cama mientras ella se iba desnudando, dejando ver esos deliciosos senos pequeños que me vuelven loco.

Ella se quedó acostada boca arriba y me abrió las piernas para que la besara y disfrutar de esa vagina mojada que me tenía arrecho desde la discoteca. Estaba tan mojada que mi cara quedó bañada sobre ella. Además, estaba depiladita, por lo que cuando la besaba, mi cara se resbalaba con facilidad y me hacía querer chuparla toda la noche.

Tenia tantas ganas de comérmela, que no tuve tiempo ni de quitarme la camisa ni las medias, solo me bajé el pantalón y la penetré hasta sentir todo su cuerpo caliente debajo del mío. Sus pezones se sentían duros y sus manos acariciaban mi espalda mientras le hacia el amor tan fuerte que ella gemía sin parar de puro placer.

Podía sentir su vagina mojada atrapando mi pene sin dejarlo salir para excitarse más. Me decía que se lo hiciera duro, que le diera nalgadas y que le halara el cabello porque a ella le gustaba el sexo rudo.

Cuando me dijo eso, se lo metí a todo lo que podía. Sonaba delicioso. Mi pene chocando contra su vagina mojada me tenia desesperado de placer. Era tan delicioso que me dieron ganas de venirme adentro y echarle toda mi leche en su vagina para que se diera cuenta que ella era mía y que su vagina era de otro mundo. Pero no quería terminar, así que le dije que me lo chupara para contener las ganas de venirme tan pronto.

Me puse de pie y ella me quitó toda la ropa. Se arrodilló y comenzó a besarme mientras se tocaba y se metía un dedo. Yo le decía que se lo metiera todo y lo dejara mojadito.

Estuvo chupándome el pene mientras se masturbaba unos 10 minutos. Ella estaba disfrutando el momento. Se le notaba que le encantaba besarme para que yo me excitara mucho y le hiciera todo lo que ella quería.

Cuando ya me calmé y las ganas de venirme desaparecieron, la levanté del suelo y la puse contra la pared. Su vagina seguía muy lubricada y lista para seguir teniendo sexo como locos. Se lo metí y le agarré de la cadera para que entrara todo.

-Amor, tengo muchas ganas de venirme-. Me dijo mientras gemía de placer.

Cuando me dijo eso, me puse demasiado caliente y se lo metía muy rápido para que tuviera un delicioso orgasmo con mi pene adentro. Me agarró las manos y pude sentir su vagina apretando mi pene. Se vino y sus gemidos no cesaron. Tenía el clítoris tan sensible que me decía que paráramos para disfrutar. Pero yo no iba a parar, la iba a desesperar hasta el punto en que se orinara de placer y me dejara exhausto de tanto darle.

Me acosté en la cama y le dije que se sentara encima mío y me diera la espalda para ver como mi pene entraba mientras veía esas deliciosas nalgas. Se puso de cuclillas y mi pene entraba desparecer por completo.

Su vagina mojada me tenía volando. Le dije que siguiera así porque me iba a venir. Me hizo el amor de esa manera unos minutos más hasta que la saqué y me vine afuera, sobre su vagina, dejándola untada y blanca. Quedé muy cansado y cerré los ojos para disfrutar de ese delicioso momento que había tenido con mi novia.

Ella se acostó a mi lado y me dijo que la había pasado delicioso, pero que descansara un rato más porque el segundo round nos esperaba.

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