Amigos con derechos

Amigos con derecho

Por Valentina Vargas

Desde que estaba en el colegio, mis papás me prohibieron tener novio hasta cumplir los 18. Pensé que esa regla era algo ridícula porque lo podía tener a escondidas. Luego, me di cuenta de que fue un sabio consejo porque no tenia novios, sino amigos con derechos.

Entré a la universidad y mientras me adaptaba y mi cuerpo iba madurando, algunos chicos de mi carrera me tiraban los perros. Hubo uno me encantaba, pero él solo estaba en busca de culitos para no tener nada serio con nadie, así que me bajé de esa nube y comencé a copiarlo. Decidí que además de darme besitos y manoseadas con manes, quería tener amigos con derechos.

Cuando los manes me decían que saliéramos, les decía que si para sacarles comida, trago y uno que otro piquito si estaban buenos. La cosa cambiaba si ya estaban podridos de lo bueno porque me los comía y el cuento acababa ahí.

Me hice muy amiga de un man de otra carrera y de su mejor amigo. Éramos inseparables. Nos contábamos nuestras aventuras sexuales y cada uno guardaba los secretos. Un día nos quedamos hasta tarde en la casa de uno de ellos tomando y hablando mierda. Estábamos bailando y hasta viendo porno entre los 3. Con esos videos la situación se calentó y ellos me retaron a imitar un movimiento de una actriz. Me arrodillé y comencé a mover mi culo rápido de arriba hacia abajo. Cuando me volteÉ, a ambos se les notaba el pene por debajo del jean. Los había excitado al punto de tener sus miradas sobre mi cuerpo desvistiéndome para comerme. Así que me fui quitando la ropa lento, haciendo un striptease mientras que al mismo tiempo les quitaba la camisa y los zapatos.

Pero antes de seguir les pregunté: ¿vamos a convertirnos en un trío de amigos con derechos? O ¿esto pasará solo una vez? Me dijeron: lo que vos querás mamacita.

Bailamos un rato más entre los tres hasta que la calentura nos desnudó por completo y comenzamos a besarnos. Cuando uno me besaba la boca, el otro me daba besos en el culo y metía sus dedos en mi vagina. Hubo un momento en que tenía ambos penes en mi boca. Me sentía como una puta. Quería que esos dos hicieran de todo conmigo y me dejaran como un trapo.

Cuando comenzaron a penetrarme, podía ver en sus caras las ganas que me tenían desde hace rato. Mis gemidos los excitaban más y sentir dos penes en mi cuerpo era una sensación que no puedo describir con palabras. La pose más rica que hicimos fue cuando uno de ellos se puso de pie, me cargó en sus brazos y me lo metió por la vagina mientras el otro me penetraba el culo detrás de mí. Estábamos haciendo un trio de ensueño.

Luego de esa deliciosa pose, uno de ellos me hizo sentarme en su pene dándole la espalda para darme por el culo, mientras el otro me lo hacía de pie por la cuquita.

-Estás tan rica. Te quería comer desde que te conocí. No imagine que fueras la puta deliciosa que hoy me estoy comiendo.

-Si quieres que seamos amigos con derechos toda la vida no tengo problema en romperte ese culo cada fin de semana.

Me decían eso mientras mis gemidos no me dejaban responder, pero mis ojos lo decían todo por mí.

Cuando uno de ellos se cansaba, me hacia besarlo y chuparle la cabeza del pene para desesperarlo del placer, mientras el otro me daba nalgadas en un intento por hacerme venir y gritar. Estábamos teniendo una noche loca de llena de placer y sexo salvaje. Estaba siendo la mejor noche de mi vida con mis dos amigos con derechos.

La noche se hizo corta con todo el sexo que tuvimos. Uno de ellos se vino, descansó un rato mientras me besaba entre las piernas y el otro siguió de largo. Me tenían como una perra dándome hasta que me pelaron la cuca de tanto roce. Tuve dos orgamos grandes y uno que otro pequeño hasta que llegando la madrugada les dije a los dos que se vinieran en mi culo.

Primero uno me dio en cuatro y su leche quedó en mi ano, regándose hasta mi vagina. Estaba tan caliente que le dije que no parara y me lo metiera por la vagina hasta que no pudiéramos más. Luego, el otro me pegó contra la pared y también se vino en mi culo. Esa mezcla de ambas leches me tenia en el cielo.

Me toqué un rato más con esa leche sobre mi clítoris y tuve el último orgasmo de la noche. Mis dedos estaban untados de semen y de mi lubricante. Sabían delicioso. Me los metía para que ellos vieran que estaba loca y aun seguía arrecha, pero ellos ya estaban cansados.

Me bañé y me acosté un rato con ellos a descansar. Estaba en el medio de dos amigos con derechos que me habían dado como a rata. Me sentí tan satisfecha porque los 3 lo disfrutamos mucho. Todo paso por simple casualidad y eso fue lo más me gustó, que nada se planeó y que nuestro pequeño secreto de amigos con derechos fue la mejor decisión que pudimos tomar.

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