lubricante anal

Lubricante anal

Por Valentina Vargas

Desde que comencé a tener sexo con mi primer novio, no vi la necesidad nunca de usar lubricante anal, vaginal o ningún tipo de ayudas porque siempre me entendí bien con todos los que alguna vez tuve sexo. Pero con todos siempre fue sexo vaginal y oral, me daba terror tener sexo anal. Pensaba que era muy asqueroso y doloroso. El solo hecho de que alguien me tocara el ano o me pasara los dedos o la lengua me alteraba mucho.

Una vez tuve un novio que era un príncipe azul, muy caballeroso y atento en todo momento, pero siempre me pedía que tuviéramos sexo anal. Yo le respondía que no porque me iba a doler y él me decía que con ayuda de un lubricante anal todo podía mejorar. Estuvo insistiéndome por meses hasta que le dije que sí.

Un día llegó con un lubricante anal a base de silicona para tener sexo anal sin dolor ni ardor. Me explicó que tenía unos componentes para adormecer y dilatar un poco el ano y no sentir tanto dolor. Además, compró unos acostumbradores anales para que cuando fuera a penetrarme, estuviera acostumbrada a un tamaño similar. Use los acostumbradores anales por 3 semanas más o menos. Eran muy incomodos al principio, pero luego de tenerlos por más de 30 minutos, se me olvidaba por momentos e intentaba no pensar mucho en ello.

Luego de ese tiempo, decidí que ya era hora de probar tener sexo anal para al fin darle a mi novio ese gusto. Estaba algo nerviosa porque para mí, tener sexo debe ser algo que se dé entre los dos y no algo que se pida. Pero igual, quería probar para ver por qué a los manes les encanta tanto el sexo anal.

Un día llegué temprano de trabajar y esperé a mi novio con la sorpresa que él tanto anhelaba. Me puse un vestido pegado al cuerpo y no me coloqué ropa interior. Tenía puesto un acostumbrador anal y me puse el lubricante anal para que fuera haciendo efecto mientras calentábamos la situación.

Él llegó y sin dejar que dijera o hiciera algo, comenzamos a besarnos y tocarnos como locos. Le quité la corbata y se la puse de venda en los ojos. Luego lo desnudé por completo y comencé a restregar mi cuerpo contra el suyo en el sofá. Él tocaba todo mi cuerpo y yo le decía cosas sucias para que se excitara más. Luego cuando bajó a mi vagina, la sintió mojadita y me dijo que me quería besar. Pero al tocar más atrás se dio cuenta que estaba usando el lubricante anal y el acostumbrador.

-Uyyyy, que rico amor. Te voy a romper ese culo hoy.

-Pero me lo rompes suavecito amor.

Nos dijimos mientras me sentaba en el sofá y él se arrodillaba para chuparme la vagina por 20 minutos. Estaba muy excitada. Su lengua me hizo mojarme mucho y sus manos me cogían las nalgas mientras el acostumbrador me dejaba el culo bien abierto para una noche de sexo desenfrenado.

Cuando ya dejamos el mueble lleno de saliva y fluidos, me sentó entre sus piernas y me penetró como nunca. La idea de ponerle la corbata en los ojos estaba funcionando de maravilla. No se que era lo que sentía, pero me estaba excitando muchísimo.

Después de un rato en esas y en varias poses por todo el apartamento, fuimos a la cama y me dijo que mi culo sería el centro de la diversión. Me quitó el acostumbrador, se quitó la corbata de los ojos, se puso el condón para que el pene no se le fuera a dormir por el lubricante anal y luego me lo fue metiendo suave hasta que entró todo.

– ¿Ya entró todo?

-Sí, ¿te dolió mucho?

-No, se siente raro, pero estoy arrecha. Métemelo más amor.

Mi novio quedó sorprendido porque los ejercicios con esos productos habían funcionado de maravilla. Sí sentía un poquito la incomodidad, pero el placer era mucho mayor. Le dije que me pusiera un poquito más de lubricante anal. Estuvimos en la pose del perrito mucho tiempo. Las nalgadas que me daba, me dejaban roja mientras me halaba el cabello y me decía que yo era su putita en celo.

Luego, me puso de ladito en la cama mientras que él estaba de pie y su pene entraba en una curva que me ponía a sentir de todo. Cuando me penetraba delicioso, me masturbaba y me pellizcaba los senos para sentir la calentura en todo mi cuerpo.

Mi ano estaba apretadito y casi no me dolía. Mi novio estaba muy arrecho y con ganas de venirse duro adentro, pero sin condón. Así que se lo quitó, se acostó y yo me senté encima de él dándole la espalda mientras su pene entraba entre mis nalgas. Mis dedos acariciaban rápidamente mi clítoris para venirnos al mismo tiempo. Me cogió la cintura tan duro que le dije que ya iba a venirme y luego explotó.

Tuvo un orgasmo super fuerte mientras mi clítoris palpitaba de placer y me mojaba las piernas. Sentí su leche salir de mi ano y manchar su pelvis para luego terminar en un suspiro largo.

Me limpié, lo limpié y nos quedamos abrazados disfrutando de ese delicioso sexo anal que tuvimos por primera vez.

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