Perder mi virginidad

Perder mi virginidad fue un sueño

Por Valentina Vargas

No imaginé que mi primera vez con una persona sería tan especial y romántico. Y menos si esa persona me llevaba 10 años. Lo sé, 10 años es mucho, pero yo estaba perdidamente enamorada de él. Perder mi virginidad con un hombre mayor fue un sueño inolvidable: yo tenía 16 años y el 26.

Nos conocimos porque vivíamos en el mismo barrio. Cada que salía a la tienda a comprar los mandados que me pedía mi mamá, él estaba esperándome para saludarme y tirarme uno que otro piropo. Me decía que yo algún día iba a ser su novia y el amor de su vida. Yo solo me reía y no le paraba bolas.

Cuando cumplí los 16, tuve una pequeña fiesta en mi casa con mis amigas y uno que otro familiar. Él no estaba invitado porque obviamente era mucho mayor que yo y a mis papás no les gustaba la idea de tener amigos de esa edad. Cuando la fiesta terminó salimos a la calle y él me estaba esperando para felicitarme y darme un pequeño ramo de flores y un beso que me dejó fría. Cuando me besó, me dijo que estaba muy caliente y que verme vestida tan linda lo hacía desearme más. En ese momento no sabía bien que decir, pues aún era virgen y no tenía las palabras para responder a esas conversaciones tan calientes.

Luego de hablar y coquetear por un mes, decidí que era el momento perfecto para perder mi virginidad. Me sentía segura de mí misma y sabía que Cristian era un hombre que me quería y no solo buscaba comerme, sino estar conmigo de verdad. Le dije que estaba lista y al siguiente fin de semana preparó todo.

Me escapé de la casa mientras mis padres dormían. Me recogió en la esquina de mi casa y fuimos a un motel a las afueras de la ciudad. Era un motel muy lindo, se veía caro y lujoso. Creo que él ya había pagado todo porque cuando llegamos dio su nombre y nos hicieron pasar a una habitación con parqueadero propio. Pensé que perder mi virginidad en un motel no sería lo mejor, pero bueno, estaba dispuesta a todo con él.

Cuando entramos me sorprendí muchísimo. La habitación estaba llena de pétalos de rosas por todas partes, tenía un espejo enorme en el techo y la cama tenia forma de corazón. Era una velada tan romántica que parecía de película. Nos acostamos en la cama y comenzamos a besarnos. Le dije que, aunque estaba segura de perder mi virginidad con él, también tenía muchos nervios. Así que pidió una botella de ron y comenzamos a tomar para relajarnos.

Cristian me dijo algo muy cliché y algo que he visto es muchas películas: no va a pasar nada que tu no quieras que pase. Al principio me reí porque me pareció muy chistoso, pero luego lo tomé en serio. Nos besamos por varios minutos. Tenía mucha saliva y cuando lo besaba se regaba por todo su pecho.

Me quitó la ropa suavemente mientras que su boca decía cosas tiernas. Besaba mi cuello, los senos, el abdomen y bajaba sutilmente a mis piernas para quitarme el pantalón y dejarme en ropa interior.

Sus labios me decían que hacer el amor conmigo era algo que deseaba hace mucho tiempo. Le respondí que perder mi virginidad con él era también un sueño. Me hizo “modelarle” para admirar todo mi cuerpo mientras de fondo sonaba música romántica. Le bailé un poco y luego lo besé por el pecho y el cuello. Sus hombros eran anchos y su pecho fuerte por el ejercicio. Sus manos recorrían mi cintura y bajaban a mi vagina para frotarla con los dedos.

Me besó por encima del panty sintió como estaba empapada en lubricante. Tenia muchas ganas de estar con él. Me quité el brassier y él se desnudó por completo. Me besó la vagina tan tiernamente que sentí que lo hacia perfecto. Nunca me sentí incómoda. Al contrario, quería más.

Después de mucho tiempo de sexo oral y de muchos dedos dentro de mi vagina, estaba lista para perder mi virginidad. Le dije que se pusiera condón y me lo hiciera muy suave. Me acostó en la cama boca arriba y fue metiendo su pene muy lentamente. La punta entró fácil, pero más allá dolía mucho. Así que estuvo metiendo su punta por un rato hasta que dijo que intentáramos otra pose donde yo tuviera el control.

Me subí en su pelvis y ahora era yo quien iba metiendo suavemente su pene en mi vagina mojada y caliente. Tenia tantas ganas de hacerlo fuerte y meterlo todo, pero sabía que, si hacia eso me iba a doler mucho y podía sangrar, así que continúe con un sexo muy romántico y tierno. Mientras me movía sobre su cuerpo, él me besaba los senos y acariciaba mi clítoris haciendo formas circulares. Me excité demasiado. Le dije que me siguiera tocando de esa manera mientras me besaba porque me encantaba y sentía que iba a venirme. Perder mi virginidad con este hombre era una vaina loca.

Me sentó en la cama y mientras que sus dedos entraban y salían de mi vagina, su lengua chupaba mi clítoris y lo mojaba con mucha saliva. Era una sensación indescriptible. Cuando sentí que el orgasmo iba a aparecer, le dije que siguiera muy rápido y que no quitara su boca de mi vagina porque quería explotar de placer. Me besó tan rico y sus dedos me hacían el amor tan rápido que logre venirme en su boca. No había sentido nunca esa sensación de tener un orgasmo en la boca de alguien más. Él se dio cuenta que me vine porque mis gemidos se hicieron más fuertes y luego me quedé muda. Mi vagina estaba mojada y sabía a puro lubricante.

-Te amo Sofia.

Dijo mientras me miraba tiernamente y acariciaba mi pelo.

Le dije que quería seguir intentándolo para que él también pudiera tener un final feliz. Así que se volvió a acostar encima mío e intentó de nuevo meterlo todo. Ahora era más fácil. Ya no me dolía tanto. Logró meterlo hasta la mitad, aunque la verdad lo sentí en el ombligo. Tenía mi clítoris tan sensible por el orgasmo que luego de hacerlo así por 10 minutos más, tuve el segundo orgasmo. Cristian estaba tan arrecho que me dijo que iba a venirse con el condón dentro de mí. Me puso en cucharita y me abrazó para penetrarme y hacerme el amor hasta venirse y dejar el condón lleno de semen.

Cuando se vino, sentí como sus gemidos pararon y sus brazos me apretaron fuerte para decirme que había tenido un delicioso orgasmo. ¡Estaba feliz! Sacó su pene, botó el condón y me besó en la boca mientras me decía que estaba muy enamorado.

En mi mente solo pensaba: dejé de ser virgen. Perdí mi virginidad con Cristian, un hombre mayor que me dio la mejor noche de mi vida.

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