Mi primera garganta profunda

Garganta profunda

Desde siempre me ha gustado mucho hacer sexo oral. No se qué es lo que tienen los penes, pero me encantan y me vuelven loca. Además, leo mucho en internet sobre consejos y tips para hacer un delicioso oral que a los hombres los vuelva locos. Me decían que era muy buena en lo que hacía, hasta que una vez hice mi primera garganta profunda.

Estuve con mi exnovio por 1 año. No duramos mucho porque se consiguió a otra chica mientras yo estaba en un viaje de la universidad. Yo tenía mis sospechas, pero nunca lo comprobé hasta nuestra ruptura. Eso si, antes de terminar con él, le hice una mamada que jamás olvidará.

Antes de comernos, yo me dedicaba exclusivamente a darle su buena mamada de 20 minutos. Me fascinaba ver su cara de placer mientras se retorcía y me cogía la cabeza para que lo besara más y para que su pene entrara todo.

El día que tenia pensado terminarle, le dije que iba a darle el mejor oral de su vida. Así que me dispuse para hacer mi primera garganta profunda. Quería que entrara todo, hasta los testículos si podía, para que luego se arrepintiera de lo que me hizo y verlo pidiendo cacao sería la recompensa.

Fuimos a su casa y nos encerramos en su cuarto. Llevé un lubricante caliente sabor a caramelo para comérmelo todo. Comencé a besarlo y acariciarlo para calentar el ambiente. Le di besos en el cuello, luego bajé a su pecho y me centré en sus tetillas. A él le encantaba eso. Cuando terminé, puse mi mano en su pene y estaba tieso y mojado. Listo para hacer la garganta profunda que tenía pensada.

Le puse el lubricante que había llevado y comencé a besarlo suave. Mis manos recorrían su pene y mis labios lo besaban con tanta pasión mientras mi lengua se enroscaba en la punta de su pene. Él solo me decía que le encantaba y que siguiera así. Yo lo besaba lento y suave, pero lo alternaba metiéndomelo todo para calentarlo más.

Cuando ya estaba lo suficientemente caliente, comencé a metérmelo muy suave. Había leído en un foro, que, para hacer la garganta profunda, uno debe de aguantar las ganas de vomitar y relajar los músculos de la garganta para que entre todo y no duela. Así que me relajé y lo metí hasta el fondo. Ahí, él comenzó a gemir, estaba muy excitado. Su respiración se hacía mas fuerte y su pene se ponía más duro y grueso.

La punta de su pene estaba suavecita y con el lubricante sabía aún más delicioso. Debo decirlo, yo también estaba excitada. Tenía ganas de comérmelo ahí pero mi plan era hacerle sexo oral y que fuera la mejor garganta profunda, así que seguí.

Me quité la blusa para hacerle una rusa mientras se lo chupaba cuando subía por entre mis senos. Yo me estaba preparando para hacerle la mamada que lo dejara loquito por mi y él solo pensaba en que yo lo siguiera besando para luego tener sexo en su habitación como siempre.

Lo senté en la silla del escritorio y lo seguí besando hasta que su punta tocó el fondo de mi garganta. Ahí, gimió y yo sabia que estaba a punto de volverse loco. Lo hice 2 veces más hasta sus manos agarraron mi cabeza y la empujaron hasta el fondo. Tuve ganas de vomitar, pero me relajé y dejé que él pusiera el ritmo mientras movía su pelvis, empujando su pene adentro de mi boca.

Mi boca se llenaba de saliva y chorreaba por sus piernas mientras mis ojos aguados demostraban que estaba teniendo arcadas. Pero él no paraba, antes con más ganas seguía penetrándome. Le dije que iba a hacer algo que lo dejaría loco. Así que puse en práctica lo que leí y metí todo su pene en mi garganta y lo dejé ahí un rato hasta que ya no sintiera dolor sino placer.

Él me acariciaba la espalda y bajó hasta mi culo para meterme un dedo. Creo que eso fue lo que me excitó hasta el punto de relajarme tanto que sentí cómo mi garganta se iba abriendo y poco a poco su pena entraba más y más. Al fin estaba haciéndole a mi novio la garganta profunda. La sensación fue deliciosa, me sentía como una virgen, como si fuera la primera vez que me alguien me hacia el amor, pero en la boca.

Como ambos sentimos que entraba todo sin dificultad, nos pusimos mas salvajes y ahora dejaba que lo empujara todo y viera como mi garganta profunda se veía de grande al tener su pene en ella.

Me decía que estaba muy caliente y que se iba a venir adentro para que me lo tragara todo. Yo solo esperaba el momento perfecto para tragarme toda esa leche y sentirme como la reina del blow job.

Cuando sus bolas chocaban con mis labios, pensaba que me las quería comer también, pero eso si era imposible. Así que simplemente dejé que él me siguiera dando mientras mi garganta sentía su pene entrar y salir. Era delicioso. Hubo un momento en que me desconcentré y sentí que iba a vomitar. Así que lo saqué, respiré y luego lo volví a meter todo. Cuando hice eso mi novio gimió más duro, por lo que supe que eso lo excitó demasiado. Así que lo repetí hasta que me dijo que iba a venirse en mi garganta, que me iba a hacer vomitar para que viera como su leche salía de mi boca llena de saliva.

Comencé a meterlo muy rápido de la misma manera por otros 2 minutos. Lo metía y sacaba de la garganta, pero sin sacarlo nunca de la boca. Lo tenía metido más o menos hasta la mitad y después él empujaba hasta el fondo. A veces, lo sacaba todo para escupirle la cabeza y de nuevo lo metía todo para dentro de un solo tirón. Cuando ya mi garganta se había adaptado al ritmo y rigidez, de repente él lo mete todo, lo deja en el fondo y me agarra fuertemente la cabeza para sentir tu orgasmo en toda mi boca. Cuando se vino, me lo tragué y sentí como su pene se iba poniendo flácido en mi garganta. Lo sacó y lo seguí chupando hasta que quedo sin una gota de semen. De verdad que esa idea de la garganta profunda fue perfecta.

Luego de eso, me dijo que estaba sorprendido de esa chupada tan espectacular. Quedó muerto de placer en la silla del escritorio y me besó para decirme que lo teníamos que repetir, si claro.

Dejé que pasara una semana. Lo seguí calentando hasta más no poder hasta que el día en que “íbamos a repetir la chupada de garganta profunda”, le solté la bomba y le terminé.

Luego de eso, estuvo escribiéndome por un mes que quería “arreglar” las cosas conmigo y repetir lo de esa noche. Así lo quería dejar, caliente y arrecho. Desde ese día, sigo perfeccionando mi técnica para mamar bien rico y usar mi garganta profunda para dejar encoñados a los manes y disfrutar de una deliciosa mamada profunda.

Sexo con mi ex

Sexo con mi ex

“No sé qué es lo que tienen los hombres con tener sexo con viejos amores. Es como si aún no hubieran superado esa ruptura y buscan repetir el sexo de antes.” Eso fue lo que le dije a mi mejor amiga hasta que me di la pela y quise repetir tener sexo con mi ex.

Estuve con Julián, mi ex, mientras estaba en un momento un poco confuso de mi vida. Yo lo quería demasiado, pero luego me di cuenta de que debía estar sin él, aunque el sexo fuera muy rico.

Cuando terminamos, dejamos de hablarnos por un largo tiempo porque él quedó muy dolido y la familia terminó odiándome. Igual, a mi no me importaba eso. Yo lo dejé de buscar para que sanara la herida y pudiera encontrar a alguien que lo quisiera de verdad.

Luego de varios meses, me di cuenta de que ya estaba saliendo con otra persona. Me dio felicidad saber que estaba mejor, pero en el fondo tenía celos y quería venganza. No quería que me olvidara tan rápido, así que le escribí para vernos y tener un repitis. No pensé que ese repitis de tener sexo con mi ex me volvería tan arrecha.

Lo saludé algo cariñosa:

-Hola bebé, estás como perdido, ¿no?

-Hola Dani. Jaja, no perdido no. Solo he estado muy ocupado.

-Mmmm ya. ¿Quieres que nos veamos?

– ¿Cuándo?

-Este viernes. Me recoges en el parque donde nos veíamos siempre y salimos a charlar un rato, ¿te parece?

-Bueno bebé. El viernes te recojo a las 7:30.

Yo fui directa al grano. Le dije que nos viéramos en el parque en donde hacíamos nuestras cositas para “charlar”. Llegó el viernes, me recogió y lo vi después de muchos meses. Estaba más lindo que antes. Tenía esa loción que me volvía loca, otro corte de cabello y estaba más acuerpado. La verdad, no pude aguantar las ganas de mojarme y de besarlo cuando lo vi. Quería pensar que tener sexo con mi ex no era la gran cosa, pero al verlo tan papasito solo pensaba en desvestirme y comérmelo ahí mismo.

Me subí a su carro y le di un beso andeniado. Él me dijo que me veía hermosa como siempre. Yo le sonreí y nos pusimos a coquetear mientras sus ojos no dejaban de ver mis labios. Sabia que ese día íba a tener sexo con mi ex.

Cuando me estaba contando sobre su nuevo trabajo, lo callé con un beso mojado que lo hizo ponerse duro de inmediato. Me di cuenta porque puse mi mano en su jean y se lo sentí. Me excité y le dije que fuéramos de moteliada para calmar las ganas.

Sin chistar, arrancó el carro y fuimos al motel del siempre. Yo le estaba haciendo sexo oral mientras él manejaba. No podía dejar de pensar en lo lindo que se veía con esa camisa de botones y esos brazos que estaban por estallar las mangas.

Llegamos al motel y entramos casi comiéndonos. Metía su mano entre mi blusa para sentir mis senos y mis pezones duros. Y yo, lo besaba con mucha saliva.

Cuando estábamos en el pasillo, me cargó mientras me besaba y mi blusa iba mostrando mis senos. Yo besaba su cuello y acariciaba su pelo hasta llegar al cuarto. Abrió la puerta como pudo y me tiró a la cama mientras se quitaba la camisa y yo me desnudaba para que me besara desde la cabeza hasta los pies. Me decía que me extrañaba mucho y que deseaba este momento hacía mucho. Yo le decía que yo también lo extrañaba, pero que se callara de una vez porque quería que estuviera adentro de mí.

Sexo con mi ex: quien pensaría que la estaba pasando tan delicioso. Hicimos el amor de una forma salvaje. Me cargó en todos los lugares posibles y me hizo las poses que a ambos nos gustaban. Me hizo besarle el pene hasta dejarme sin saliva y luego me lo metía duro para que lo sintiera todo adentro.

Cuando me estaba dando en cuatro, me metía un dedo en el culo para irme relajando más y luego seguir por detrás, como a mi me encantaba. Cuando ya tenia 2 dedos en él, me acarició haciendo círculos y luego me lo hizo por detrás. Desde que terminé con él, no lo hacia por el culo, pero sentir de nuevo ese chimbo delicioso entre mis nalgas fue la cereza del pastel.

Me sentó encima de él y me dijo que lo culiara, que me excitara con su pene en mi culo y me tocara la vagina para que tuviera un orgasmo que me dejara temblando. Así que me concentré, veía sus brazos, su pecho, sus labios, escuchaba sus gemidos y sentía su pene entrar y salir delicioso. Me metí un dedo en la vagina mientras él me decía que acabara ahí encima suyo para él venirse adentro y dejarme chorreando su semen.

Me excitó tanto imaginarme eso, que comencé a tocarme muy rápido y sentí como mi cuerpo se contrajo y luego me vine. Quedé gimiendo como una actriz porno por 2 minutos hasta sentí su leche salir por mi culo. Me limpié la cola y me acosté en su pecho mientras me iba quedando dormida. Ahora sé que tener sexo con mi ex es algo que repetiría con todos mis ex.

Mamada en el cine

Mamada en el cine

Con mi novia habíamos planeado una mamada en el cine. Era una de esas cosas que toda pareja debe hacer algún día. Es como la fantasía sexual de hacer un trio, todos quieren hacerlo. Queríamos hacerlo en una función algo solitaria. Pero la vaina era que ambos trabajábamos todo el día y los fines de semana en la mañana yo hacia ejercicio y ella hacia un voluntariado en un geriátrico.

No encontrábamos nunca el espacio para hacerlo porque cuando íbamos a ver una película, la sala estaba casi llena y obvio ella se negaba a hacerlo.

Tuvimos la oportunidad en una película poco reconocida. Era un miércoles de mitad de precio y pensábamos que la sala igual tendría mucha gente, pero estaba algo vacía. Sin pensarlo dos veces, subimos hasta la penúltima fila y nos hicimos ahí, en un rincón alejado de las miradas.

Comenzamos a ver la película disimulando las ganas que teníamos por comernos y tocarnos. Ella tomó la iniciativa y comenzó a besarme y a manosearme por encima del pantalón. Yo le tocaba los senos y le paraba los pezones para apretárselos y lamerlos más adelante. Cuando ya llevábamos besándonos un buen rato, metió su mano en mi jean y estaba tieso y mojado. La mamada en el cine estaba por volverse realidad.

Mi novia bajó por completo el cierre, me bajó los boxers y bajó su cabeza para comenzarme a besar. Su lengua recorría mi pene erecto de arriba hacia abajo y haciendo círculos mientras sus manos acariciaban mis bolas. La mamada en el cine había comenzado.

Luego, me besaba la punta y la chupaba suave para desesperarme un poco. Mientras hacia eso, se puso un hielo en la lengua y me besaba teniéndolo en su boca. No había sentido esa sensación antes, de estar caliente y tener ganas de culiar, pero a la vez estar desesperado por el frio del hielo.

Cuando terminó de besarme suavecito y lento, se sacó y se tragó toda mi verga. Sentí su garganta en mi punta y su boca salivando hasta mojar mi pantalón. Estaba en el cielo, por fin estaba teniendo mi mamada en el cine justo como quería.

Mi novia estaba encarnizada chupando mi pene mientras yo acariciaba su cabeza y la ahogaba empujando su cabeza para que lo metiera todo. Como estábamos muy calientes, me dijo que me iba a comer ahí mismo sin importar que alguien nos viera.

Se subió la falta y se montó encima de mí, dándome la espalda para ver si alguien venía y poder salir rápidamente sin que se dieran cuenta. Su culo pegaba contra mi pelvis y sonaba fuerte. Pero el sonido de la película no nos delataba. Así que siguió comiéndome hasta que le dije que cambiáramos de pose y me mirara.

Se volteó y se sentó mirándome con esa carita de mala y esos ojitos que pedían duro. Me lo estaba haciendo mientras de fondo sonaba una canción infantil, fue muy gracioso, pero a la vez desafiante. No pensé que pasaríamos de una mamada en el cine, a ser los protagonistas de la película.

Mientras que nos comíamos delicioso en ese rincón de la sala, ella me decía que iba a venirse, pero necesitaba abrir las piernas. Así que montó una pierna en el espaldar de la silla de al lado y me lo hacía mientras se tocaba para venirse más rápido. Ver eso me excito tanto que le dije que tenía que venirse rápido porque yo también llegaría al orgasmo tarde que temprano.

Se tocó tan rico que su vagina se mojó y tuvo un orgasmo con mi pene adentro. Sentí su vagina apretando mi pene mientras se mojaba más y más. Cuando terminó de disfrutar ese delicioso orgasmo, le dije que me lo chupara para venirme en su boca.

Se acomodó la falda y se agachó para besarme de nuevo y recibir mi semen en su boca. Yo la agarré del pelo y le dije que la mamada en el cine terminaría de la mejor manera, con mi leche en su boca. Cuando terminé de decir eso, metió mi pene y lo sobó con sus mejillas, luego lo escupió y me masturbó con una mano. Después de eso, sentí como mi leche salía en la boca de mi novia y ella se contenía las arcadas para no vomitar y luego se lo tragaba.

Cuando por fin salió todo, terminó de saborearlo y se limpió con una servilleta. Yo me acomodé el jean y disfruté de ese momento unos minutos más hasta que le dije que esa mamada en el cine había sido espectacular. Ella me sonrió y me dijo que lo teníamos que repetir, que ese orgasmo que tuvo fue uno de los mejores por la adrenalina que sentía si alguien no pillaba.

Salí del cine totalmente satisfecho y con ganas de más. La complicidad entre los dos era absoluta y ambos estábamos felices de haber cumplido ese sueño. Espero que pronto se pueda repetir esa mamada en el cine, pero esta vez, sea yo quien de placer a esa mujer que me cumple todos mis caprichos.

Tuve sexo en el gimnasio

SEXO EN EL GIMNASIO

Siempre me había imaginado teniendo sexo en el gimnasio con uno de los instructores de ciclismo. Su nombre era Daniel, era un man de 1.85m de alto, tenía ojos color miel, cabello corto, crespo y unas piernas que deseaba tocar todos los días.

Yo me iba con una ombliguera y unos leggins que no dejaban mucho a la imaginación. Quería llamar su atención para que me ayudara con algunos consejos y poder hablarle. Pero él era muy profesional y sus respuestas eran muy limitadas y cortantes.

Creo que muchas viejas botaban la baba por Daniel. Era un tipo muy reservado y casi nunca hablaba con nadie si no era muy necesario. Eso era lo que más me gustaba de él: que se hacía desear. Igual yo me seguía imaginando que follando con ese hombre que me hacía soñar noche tras noche.

Un día tuve la valentía de hablarle de otra cosa que no fuera ejercicio. Le pregunté por un tatuaje que tenia en el brazo. Me comentó que era por su madre. Después de romper el hielo, charlábamos de vez cuando y coqueteábamos cuando pasaba cerca de mí. Estuvimos así por 2 meses, pero él no daba el siguiente paso. Yo quería que al menos me invitara a salir o se me acercara para tener una conversación de verdad, pero nada pasaba.

Fue tanta la frustración que me dio, que tuve que pedirle su numero para que me pasara el “teléfono del tatuador” porque estaba interesada en hacerme uno (si claro). Yo solo buscaba la excusa perfecta para enviarle mensajitos calientes y poder cumplir mi fantasía de tener sexo en el gimnasio.

Un día, me mandó un mensaje mientras estábamos en el gimnasio. Me dijo que si quería me llevaba a mi casa para no pagar taxi por el aguacero que estaba cayendo. Cuando salió, le dije que me esperara unos minutos mientras entraba al baño. Me arreglé un poquito, me saqué los senos para que se vieran más grandes y salí a verme con Daniel.

De ida hacia mi casa, me preguntaba sobre mi trabajo. Le respondía muy tiernamente para ver si así, lograba que me dijera algo que me sacara de mi zona de confort. Cuando me preguntó si tenia novio, le dije que no, que mi trabajo en este momento no me permitía tener una relación porque mi tiempo era limitado. Me hizo una sonrisa pícara y luego me preguntó entonces por qué había aceptado que él me llevara si no tenia intenciones de salir con nadie.

Le dije que tener un amiguito con algunos derechos no le haría daño a nadie, además él también tenía sus negras intenciones. Llegamos a mi casa y al bajarme del carro, me despedí de beso en la mejilla, pero luego me agarró del brazo y besó de una manera, que mi vagina quedó mojada y mis pezones totalmente parados.

Subí a mi apartamento y no pude contener las ganas de tocarme y venirme pensando en él. Me di un baño caliente y mientras sobaba mi vagina, pensaba en Daniel, en tener sexo en el gimnasio mientras todos los demás seguían haciendo ejercicio.

Al otro día llegué y él no estaba. Tenia la esperanza de verlo ese día y decirle por chat que nos viéramos en el baño. Pero no llegó. Llegué a pensar que mi fantasía de disfrutar un delicioso rato de sexo en el gimnasio no iba a pasar nunca.

Pero después de un rato lo vi llegar. Estaba diferente, se había rapado y ahora sus crespos no se veían, pero así se veía mucho mas papasito. Dio su clase de ciclismo y cuando acabó, se me acercó para saludarme. Le dije tenía ganas de hacer algo loco, así que dejé de hacer lo que estaba haciendo y le hice ojitos para que me siguiera hacia el baño. Lo esperé por 3 minutos hasta que al fin llegó.

Cuando entró, me preguntó si no había nadie, le dije que no y luego me mandó la mano a la vagina mientras me besaba. Nos encerramos en un cubículo y me bajó los leggins para besarme y chuparme hasta el alma. Estaba tan arrecha que me quité la blusa y me arrodillé para chuparle el pene mientras él tocaba mis senos y yo le hacia una rusa que lo dejara con ganas de más.

Me agarraba del pelo y me decía que nunca había hecho eso, que tener sexo en el gimnasio era una locura, pero que la estaba pasando delicioso. Yo solo pensaba en que esa fantasía era espectacular. Al fin estaba teniendo sexo en el gimnasio con Daniel y estaba siendo mejor de lo que pensaba.

Cuando terminé de hacerle la rusa, me paré y le di la espalda para que me bajara los leggins y me penetrara a todo lo que daba. Su pene se perdió entre mis nalgas y lo sentía apretado en mi vagina. Estaba muy mojada, sentía que en cualquier momento iba a comenzar a gemir y las chicas que entraran al baño nos podían escuchar. Pero no aguanté. Comencé a gemir suave y él respiraba duro. Luego de un rato, estaba gimiendo tan fuerte, que a él le tocó poner su mano en mi boca para callarme y que no nos fueran a pillar.

Luego, me volteó y me cargó para hacérmelo de frente mientras mis senos restregaban su cara. Estábamos teniendo sexo en el gimnasio de una manera tan loca que, en solo 10 minutos de habernos encerrado, me vine. Mientras él me penetraba de esa manera, besaba mis senos y me decía que estaba por venirse, que la adrenalina que estaba sintiendo lo hacía excitarse tanto que no aguantaba más.

Me bajé de sus brazos, me arrodillé y le dije que se viniera en mis senos. Comenzó a masturbarse y luego se vino. Su semen salió disparado sobre mi pecho y lo dejo blanco. Probé un poco con el dedo y estaba caliente, delicioso.

Terminamos de limpiarnos y salí yo primero para darle la señal de la salida segura. Definitivamente, la idea de tener sexo en el gimnasio fue perfecta.

Luego de ese día no hablamos más. Cada uno siguió por su lado y las miradas y el coqueteo terminó. Tengo que confesar que me hizo falta otra “escapada” al baño, pero al menos ya había tachado esa fantasía de mi lista de deseos.

El pedo vaginal de mi cumpleaños

pedo vaginal

La primera vez que se me salió un pedo vaginal fue en mi cumpleaños. Estaba celebrando mis 22 y tuve una noche especial con mi novio. Salimos a comer a un restaurante caro, tomamos un vino y luego rematamos en un motel.

Ese día estaba como una reina, tenia un pantalón ancho que me hacía ver más alta, pero debajo de él llevaba un baby doll para sorprender a mi novio. La noche era perfecta y yo solo esperaba llegar al motel para hacer el amor y terminar mi cumpleaños de la mejor manera.

Esperaba que él me desvistiera para verme con el baby doll y hacerme el amor toda la noche. Les juro que nunca pensé que ese día fuera a tirarme un pedo vaginal. Es más, ni siquiera sabia que las mujeres podíamos hacer eso. Y como no lo sabía, pase la peor pena de mi vida.

Cuando terminamos de tomarnos el vino, salimos al motel. Ambos estábamos ansiosos por pasar una noche inolvidable. Llegamos a la habitación y comenzamos a besarnos suavemente. Desde que comenzamos a besarnos de esa manera, sabia que el sexo sería romántico y tierno. Él me quitó la ropa y al verme con mi lencería sensual, su pene se asomó y estaba duro como una roca. Me decía que me veía hermosa, y que ese día él me haría el amor como nunca.

Inmediatamente me hizo sexo oral con el vestido puesto. Sus caricias eran suaves y largas. Me besaba las piernas, el abdomen, el ombligo, los senos y el cuello. Cuando besaba mis senos, los tocaba suavemente y eso me calentaba aún más. Al besarme el abdomen, me decía cosas lindas mientras su aliento me calentaba y me daba cosquillas. Estábamos teniendo la noche perfecta.

Luego de un buen rato besando entre mis piernas, subió y me besó tan dulcemente que yo solo decía que lo amaba y él a mi igual. Me puse de pie y lo desvestí para darle un oral que no olvidara nunca. Ese día, lleve unos halls negros porque yo también quería que fuera especial para él, así que los chupe un rato y luego lo besé.

Al principio estaba algo incómodo, pero luego lo disfrutó bastante. Cuando el juego previo terminó, me monté encima de él y aun con el baby doll puesto hicimos el amor. Me penetraba tan suave, que podía sentir su pene entrando y saliendo y mi vagina lubricando cada vez más. Nunca pensé que esa noche tuviera mi primer pedo vaginal.

Después de un rato, yo tomé el control y lo cabalgaba a una velocidad moderada para tener toda la noche para disfrutarlo. Me senté con las piernas bien abiertas y le mostraba como iba entrando en mi vagina mojada. Luego, me desnudé por completo y le di la espalda para que viera como iba entrando por mis nalgas.

La estábamos pasando tan rico que nos dejamos llevar por el momento y cuando menos pensamos, el sexo romántico había terminado y ahora estábamos comiéndonos como dos locos en celo.

Cuando me puso en 4, bajé mi cabeza y levanté mi culo para que lo metiera hasta el fondo y me lo hiciera tan rápido como pudiera. Me lo hizo de esa manera por 10 minutos, dándome hasta mas no poder. De pronto, sacó su pene y salió el tan famoso pedo vaginal. Ambos nos quedamos totalmente mudos porque no sabíamos de decir. Yo me puse roooja y él simplemente pensó que había sido un pedo real. En ese momento, nos miramos y soltamos la carcajada al mismo tiempo. Terminamos de reír y le dije:

-Amor, te lo juro que no sé qué fue eso. Pero no fue un pedo normal. Los míos no suenan así.

-Jaja, amor tranquila. Fue un pedo vaginal. Eso pasa cuando entra aire a la vagina en algunas poses. Tranquila.

Aunque él me dijera eso, yo quería que me tragara la tierra. Estaba tan apenada que cambiamos de pose, pero a mí la risa no me dejaba hacer nada.

Cuando lo hicimos en la pose de cucharita, todo marchó bien. Luego, cambiamos y lo hicimos de pie. En un momento, me dijo que bajara mi cabeza para dejar mis piernas estiradas y dejar que mi culo fuera el centro de la diversión, pero cuando lo hicimos esa pose pasó de nuevo.

Esta vez el pedo vaginal sonó más duro. Y no fue uno, sino como 3 pedos que salieron de mi vagina. Cuando pasó eso, no pude contenerme y simplemente me eché a reír.

Estábamos muertos de la risa esperando a que se me pasara la pena, pero ya la sensualidad de la noche había desparecido. Le dije a él que me disculpara porque no podía contener la risa nerviosa y concentrarme bien en hacerlo de nuevo.

Me dijo que no pasaba nada, que disfrutara de mi primer pedo vaginal y que no me disculpara con él. Que esas cosas pasan a menudo y es normal sentirse avergonzada.

Luego de eso, paramos un rato más y para no perder la ida al motel, simplemente me hizo sexo oral y logré venirme en un orgasmo pequeño pero placentero.

Nunca olvidaré ese día, ese 16 de octubre en que mi vagina se estrenó con un pedo vaginal que me dejó muerta de la pena y quede casi insatisfecha por esa vergüenza sexual.

Los calzones matapasiones

Calzones matapasiones

Tengo una amante a la cual la llevo viendo desde hace 1 año. Cuando nos vemos tenemos sexo salvaje y nunca dice que no a cualquier petición que yo le pida. Es toda una diosa en la cama. Pero la vaina cambió cuando en una de nuestras citas quincenales, la calentura de siempre se me bajó cuando le vi puestos los calzones matapasiones que llevó ese día.

Cada 15 días, los jueves, tenemos una cita en un hotel que queda lejos de mi trabajo. Llegamos siempre a la misma habitación y desde que entramos, las prendas quedan por fuera y solo nos concentramos en tener sexo como dos locos desenfrenados. Hacemos las poses más alocadas para probar cosas nuevas y no quedarnos en la monotonía.   

De ropa, lleva siempre se va con vestidos cortos que dejan al descubierto sus largas piernas y sus senos parados para chuparlos como un bebé Tiene unas tangas color rojo que me vuelven loco porque tienen una abertura en la vagina. Me la imagino comiéndomela en el ascensor mientras subimos al cuarto y dándole duro mientras mi pene la penetra con esa tanga puesta.

Un día, cuadramos la cita para la noche anterior porque ese jueves tenía un compromiso laboral. La llamé y le dije que la recogería en el trabajo para pegarnos la comida de siempre.

Como no era el día ni la hora de nuestra cita habitual, estaba vestida diferente. Tenía un pantalón que escondía su figura y unos zapatos bajitos. No estaba acostumbrado a verla así, pero igual sabía que debajo de esa ropa, se escondía una mujer que me dejaba muerto del cansancio cada que la veía.

Llegamos al motel, subimos por el ascensor mientras nos besábamos y nos tocábamos para calentarnos más. Entramos al cuarto y mientras le quitaba la blusa, mi mente volaba porque la imaginaba con su lencería sexy de siempre. Su brasier no era precisamente lencería sensual, pero los hacía ver tan grandes que me paró la verga y me la mojó.

Cuando baje a su pantalón, ella seguía besándome y diciéndome que me quería bailar desnuda, pero que la dejara quitarse la ropa en el baño. Le dije que no, que yo mismo le iba a quitar la ropa y dejarla como Dios la mando al mundo.

Cuando abrí los ojos para admirarla en esas tangas deliciosas, me llevé la sorpresa de mi vida al verla con unos calzones matapasiones que me dejaron frio. No podía creer que ella estuviera usando esos calzones atrapapedos. Me sorprendí tanto que ella me preguntó si algo me pasaba.

Le respondí que no. No quería que se sintiera mal.

Me dijo entonces que me iba a modelar y me iba a bailar para calentar un poco el ambiente. Pero no se quitó los calzones matapasiones, me bailó con ellos puestos y no era para nada sexy. No podía ver la sensualidad en esos calzones matapasiones color piel que dejaban mucho por desear.

Pero ella insistía en seguir con ellos puestos. Me tocó que ver solo sus senos porque si bajaba la mirada y veía esos calzones matapasiones, también se me bajaba la erección.

Seguimos así unos minutos más hasta que la detuve y le dije:

– Mi amor, me encanta ver como bailas para mí, pero te voy a decir algo importante: no me gusta verte con esos calzones matapasiones.

Me miró con tanta pena que su cara se puso completamente roja y sus manos comenzaron a sudar. Luego, me dijo que no estaba preparada para verme ese día, y que por eso no estaba tan sensual como siempre.

Cuando me dijo eso me sentí como un completo estúpido. ¿Cómo había podido decirle eso? ¿Quién era yo para decirle que sus calzones matapasiones eran ridículos? Ya la había embarrado y metido la pata hasta el fondo.

Le pedí perdón por la burrada que acababa de decirle y ella simplemente asintió con la cabeza. El ambiente se volvió tenso y ya no teníamos ganas de hacer nada. Me disculpé otra vez y ella solo comenzó a vestirse para irse sola a su casa.

En ese momento entendí que no fue ella quien había dañado el momento con sus calzones matapasiones, sino yo con el horrible comentario que le hice.

Le ayude a coger sus cosas y salimos de hotel. Yo iba como un perro regañado y ella con una vergüenza que se le notaba hasta en el pelo. Pero bueno. Desde ese día, juré que por más calzones matapasiones que viera en mi vida, no haría ese tipo de comentarios jamás. Claro, nada cambia unas deliciosas tanguitas, pero la pena que pase ese día con mi hermosa amante no tiene perdón.

El plomero caliente

Plomero caliente

Desde hace poco, me metí en esa onda de tener sexo jugando con roles y disfraces eróticos. De vez en cuando, salía de trabajar y compraba algunos atuendos sensuales para sorprender a mi novio y salir de la rutina de siempre. Me vestí de muchas cosas, pero la fantasía que más me gustó, fue la del plomero caliente.

Comenzamos con los disfraces de siempre: enfermera, mucama, profesora, estudiante, monja, policía, etc. La mayoría de las veces me disfrazaba yo para seducirlo. Pero un día de amor y amistad, cambiamos los roles.

Le dije que quería que me hiciera algo especial, siguiendo con la idea de los disfraces o los roles sexuales. Así que un día, armó una miniescena en nuestra casa, “dañó” una tubería y regó agua para poder entrar en su papel de plomero caliente y arreglar los daños. Cogió su caja de herramientas y me dijo que me iba a arreglar la tubería, que el piso estaba muy sucio y que necesitaba hacer mantenimiento general.

Yo me había puesto un vestido corto y mientras le iba diciendo a mi plomero caliente donde estaba el tubo roto, el vestido se iba subiendo por mis piernas y dejaba a la vista mis tangas color rojo.

Él se agachó para ver cuál era el daño en la tubería mientras me preguntaba que hacía cuando no le hacía mantenimiento a la cañería. Le dije que nunca le había hecho mantenimiento, pero que ya necesitaba una miradita para que no fuera a dañarse.

Admito que la idea de tener a mi propio plomero caliente era un sueño. Mientras él me “revisaba el daño”, yo le decía cosas calientes para que la escena se calentara más. Sin que él me viera, me quité las tangas y me quede con el vestido puesto. Luego, me agaché para mostrarle dónde estaba en daño y cuando vio así, la escena cambio completamente. Ahora, me estaba revisando a mi y me estaba haciendo un chequeo completo.

Ma cargó y me puso encima del mesón de la cocina mientras su herramienta se notaba por debajo del overol que llevaba puesto. Yo le decía que necesitaba que el mantenimiento de mi cañería y el suelo mojado, quedaran muy bien arreglados porque estaba pagando por un servicio completo. Así que me levantó el vestido y comenzó a revisarme la vagina diciéndome que la humedad era grave, que tenía que meter una llave para eliminar toda la humedad. Mientras me decía eso, yo le respondía que nunca me había dejado revisar por un plomero caliente como él.

Cuando me metía su herramienta en mi tubería, yo gemía de placer y lo arañaba en sus grandes hombros. Me lo hizo en el mesón de la cocina por 20 minutos hasta que me paró y quitándome el vestido, me arrinconó sobre el lavadero y me lo metió mientras yo le daba la espalda.

– ¿Te gusta? ¿te gusta el mantenimiento que te estoy dando?

– Me encanta. Pero necesito que mi plomero caliente me deje muy lubricadita.

Lo hicimos de espaldas mientras mi culo sonaba por el choque contra su pene y sus manos apretaban mis senos para excitarme más. Luego, me montó en la lavadora y me chupó el clítoris mientras se masturbaba y me decía que mi tubería era deliciosa.

Mientras me besaba, en mi mente no dejaba de pensar en ese plomero caliente que me estaba follando en mi lavadora y me estaba excitando al punto de querer comérmelo en cada rincón de mi casa.

Cuando ya estaba por venirme, me dice que me lo quiere meter para venirse adentro y dejarme como yo le pedí, lubricada y con el mantenimiento completo. Así que me abrí de piernas y le dije que me lo hiciera fuerte y rápido porque el tiempo del mantenimiento que había contratado con el plomero caliente se iba a terminar y necesitaba quedar completamente satisfecha.

Me agarró de la cadera y me hizo el amor tan fuerte que la lavadora pegó contra la pared mientras los dos gemíamos de placer. Su leche quedó adentro de mi vagina y se iba regando sobre la lavadora mientras su pene salía blanco y lleno de semen.

Comerme a mi novio jugando al plomero caliente mientras que le hacía mantenimiento a mi cañería, fue espectacular. Definitivamente, lo repetiría una y mil veces porque una de las mejores experiencias sexuales de mi vida es haber tenido a un experto lubricándome la tubería.

Conejita Playboy

conejita playboy

Muchas veces me cuestioné si ser conejita playboy había sido la decisión correcta. Si entrar en el mundo del modelaje de desnudos y ropa interior me cambiaria la vida de la forma incorrecta. Pero cuando viví una de las mejores experiencias, todo cambió.

Todo comenzó a los 17 años. Me metí a una reconocida escuela de modelaje. Allí me enseñaban a caminar, posar para las fotos, comer, reglas de etiqueta y a vestir. Iba 3 veces por semana. Me gustaba mucho porque sentía que era toda una dama y mis modales estaban mejorando.

Cuando cumplí los 18, la agencia me dijo que estaban recibiendo niñas para una sesión de fotos más atrevida. Las fotos eran en ropa interior y vistiendo disfraces sexys para una marca de lencería que apenas comenzaba. Accedí porque el pago era muy bueno.

Comenzamos con la ropa interior. Mi amiga y yo teníamos que posar de manera sexy sin ser muy vulgares o provocativas. Pasó más de una hora hasta que nos pusimos los disfraces: yo me vestí de conejita de playboy y ella de diabla. Me encantaba verme vestida de conejita playboy. Me sentía sexy y con ganas de comerme al mundo.

Cuando terminamos, llegué a mi casa y me puse a investigar sobre el tema. Ser conejita playboy exige unos requisitos que yo ya tenía entrenados a la perfección. Como estaba tan interesada, llené el formulario para hacer la entrevista, organicé todos mis papeles para el gran día, me puse juiciosa a entrenar mis poses para las fotos y me compré unas tangas muy provocativas que dejaban poco a la imaginación.

Cuando me hicieron la audición, tuve que posar en ropa interior y desnuda frente a la cámara para ver si tenía seguridad de mi misma. Así que llegué con toda la actitud y puse en practica todo lo aprendido en la agencia de modelaje. La audición duró 20 minutos aproximadamente. Después de una larga espera de casi 2 meses, al fin me llamaron.

Al fin tenía mi propio espacio en la Revista Playboy. Estaba un paso más cerca de llegar a la mansión y ser una conejita playboy con todas las de ley. De ahí en adelante, todo fue perfecto. Asistía a muchos eventos, tuve mi propio espacio con unas fotos muy atrevidas en la revista, me llamaban para hacer publicidad en muchas marcas de ropa y lencería. La estaba pasando genial.

Una noche, tenia que asistir a un evento en el un famoso hotel de la ciudad. Era una ocasión muy importante y debía asistir elegante, con un vestido largo, pero teniendo siempre a mano mi traje de conejita playboy. Me tomaron fotos, hablé con las personas encargadas del lugar e hice vida social para darme a conocer mucho más.

Cuando la formalidad terminó, me puse mi traje de conejita playboy y me reuní con las otras conejitas que vi en el lugar. La fiesta apenas comenzaba y todas estábamos ansiosas por divertirnos y pasarla delicioso siendo el foco de atención de todos los hombres del lugar. Como aún no era una conejita exclusiva, todavía podía tener relaciones sentimentales con otros hombres y hacer vida social como cualquier mujer.

Estaba bailando con mis amigas y coqueteando con uno que otro chico que conocí ese día. La noche pasó volando y cuando menos lo imaginé eran las 4 de la mañana y yo seguía bailando como si no hubiera un mañana. La fiesta terminó y mientras bajaba al lobby a tomar un taxi, uno de los chicos me invito a seguir la fiesta en su casa. Me dijo que iban a ir varios amigos y que nos podríamos ir juntos en su carro. Le dije que sí porque la verdad, tenía muchas ganas de cogerme a alguien vestida de conejita playboy.

Mientras llegábamos a su casa, me decía que verme vestida así lo hacia sentir como Hugh Hefner, que no pensó nunca en tener a una conejita playboy en su carro y menos camino a su casa. Eso me hizo desearlo más, sabia que ambos nos queríamos comer ahí, pero yo quería modelarle un poco más mi traje y luego comérmelo hasta el día siguiente.

Cuando llegamos a su casa, la fiesta estaba un poco apagada, así que comencé a bailar de forma sensual para que todos se animaran un poco más y luego robarme a mi chico. Cuando vi que todos estaban ya entonados, le dije que me acompañara al cuarto. Comencé a besarlo y a preguntarle si quería tener sexo salvaje con una conejita playboy. Me decía que sí a todo, que ese día me haría el amor tan rico, que nunca lo olvidaría. Me monté en su cama y comencé a bailar mientras movía mi culo haciendo un twerk que lo dejara con la boca abierta.

Su pene se veía grande por debajo del jean, y mientras yo seguía bailando para él, sus manos iban recorriendo mi cuerpo y excitándome con cada caricia. Le quité la camisa y le besé el pecho dejándole labial regado por todo su cuerpo. Luego, le quité el pantalón y le dije que quería ver su pene mientras yo me iba quitando suavemente el traje de conejita playboy. Quedamos desnudos, pero me dijo que me dejara los tacones. Me quede de pie y él se arrodilló a besarme mientras tocaba mis piernas y me acariciaba la cola. Luego, me acostó en la cama y besaba mis piernas de arriba hacia abajo hasta llegar a mi clítoris mojado por la excitación.

-Estas tan rica, quiero metértela hasta el fondo. Hasta que te duela.

Me decía cosas sucias mientras me besaba la vagina y metía sus dedos para chuparlos y darme dedo. Cuando ya me dejó bañada en saliva, se paró en la cama y lo besé hasta ver sus ojos ponerse en blanco por la excitación. Se volvió a acostar y me fue penetrando suave hasta que entró todo. Luego, su velocidad aumentó y ahora estábamos en un encuentro salvaje mientras nuestros cuerpos sonaban con cada choque. Escuchar ese sonido de mi vagina chocando con su pene era delicioso. Me excitaba cada vez más y quería que siguiéramos con ese ritmo toda la noche. Su pene me lo hacia tan rico que yo gritaba él me decía que mis gritos le daban ganas de darme mas duro para hacerme venir.

Cuando le dije que cambiáramos de pose, me acosté en su escritorio y levante mis piernas para que me diera duro mientras la mesa se movía de un lado a otro y nosotros nos escapábamos de caernos. Mientras me lo comía, sentía que ser conejita playboy era una experiencia deliciosa. Ya sabía lo que era sentirse deseada y lo debía aprovechar para sentir lo que era vivir al límite.

Estuvimos culiando por más de 2 horas hasta que se cansó y yo había tenido 1 orgasmo que me dejó iniciada. Le dije que no quería parar, así cambiamos e hicimos 69 para besarnos al mismo tiempo y poder acabar con su semen en mi boca y yo, con otro orgasmo que le dejara la boca sabiendo a pura cuca mojada. Me metía su verga hasta el fondo de mi garganta y él me besaba la vagina y metía un dedo en mi culo. Tenia tanta arrechera que le dije que no parara, que ese dedo en mi culo me iba a hacer venir. Así que comenzó a meterlo rápido y yo lo besaba a la misma velocidad.

Lo besé con tantas ganas hasta que su semen salió disparado en mi boca y me hizo tragarlo mientras lo saboreaba. Lo chupé un rato más hasta que me volteé y le dije que siguiera besándome, que ya casi su conejita playboy tendría otro orgasmo de locura. Metió su cabeza entre mis piernas y me chupaba tan rico que me mojé y dejé su cara atrapada en mi vagina para venirme por segunda vez. Gemí tan suave, que me quedé sin aire, disfrutando de esa venida tan deliciosa mientras su lengua seguía besándome hasta llegar a desesperarme.

Continuará.

Sexo en el ascensor

Sexo en el ascensor

Vivo en un edificio de una sola torre, la cual tiene dos ascensores, pero ninguno de ellos cuenta con cámaras para la seguridad. Por ello, tener sexo en el ascensor era prácticamente fácil en la noche.

Una noche salí con una mujer que conocí en un bar. Fuimos al grano y nos comimos en mi apartamento. Al salir para llevarla a su casa tuve la idea de tener sexo en el ascensor. Ya era tarde y esperaba que los vecinos estuvieran dormidos para que nadie pidiera el ascensor y nos pillara en pleno acto.

Le dije que me la iba a comer una vez más y tendríamos sexo en el ascensor. Como estaba borracha no opuso resistencia, así que lo pedí y fuimos hasta el último piso.

Levante su falda y saque mi pene para penetrarla mientras me daba la espalda. Se lo hice en esa pose hasta que alguien pidió el ascensor y bajamos hasta el primer piso. Nos quedamos ahí mientras que el inoportuno vecino se bajó en el tercer piso y volvimos a subir hasta el último. Pero esta vez, la puse de frente y se lo metí mientras subía una de sus piernas y se lo metía más cómodamente.

Sexo en el ascensor, quien lo pensaría. La fantasía de muchos, la estaba cumpliendo y sin planearla mucho.

Ojalá pudiera decir que fue perfecto, pero varias veces nos interrumpieron, y nos tocaba parar para que no sospecharan nada y luego cambiábamos de pose.

Cuando llevábamos aproximadamente 20 minutos de puro sexo en el ascensor, le dije a la vieja que no me importaba que nos vieran, que quería cargarla en mis brazos y venirnos juntos antes que alguien pidiera el ascensor.

Así que primero me dio sexo oral para hacer tiempo y que se hiciera más tarde. De esa forma, el ascensor estaría disponible solo para nosotros. Me dijo que le chupara la vagina y le metiera los dedos mientras le besaba los senos y la ponía más caliente.

Al notar que sus pezones estaban muy parados y sus gemidos se intensificaban más, la cargué y la penetré tan fuerte que su espalda chocó contra los botones del ascensor y paramos como en 5 pisos. Pero no queríamos dejar de tener sexo, así que tomamos el riesgo y continuamos, sin que nos importara que las puertas se abrieran y alguien nos viera.

La verdad fue muy caliente saber que podrían vernos mientras yo le clavaba mi verga a esa mujer que tenía sus senos al aire, completamente al descubierto.

Cuando llegamos a la mitad del edificio, le dije que nos viniéramos llegando al ultimo piso. Que ese sería el reto para tener sexo en el ascensor.

Puso sus ojos en blanco y mientras le metía mi chimbo en su vagina mojada, me gritaba que me viniera pronto porque estaba arrecha por mi leche. La tomé duro de las piernas y cuando me apretó el pene con su vagina, lo dejé salir. Nos vinimos juntos cuando llegamos al último piso.

Le dije que tener sexo en el ascensor era una idea que tenia en la cabeza desde hace mucho tiempo y que comérmela ahí fue delicioso. Que, si quería, nos podíamos seguir viendo para tener sexo en lugares públicos y hacerla venir de muchas maneras.

Se vistió, se arregló la blusa y la acompañé a tomar un taxi a su casa.

La calentura de ese día teniendo sexo en el ascensor fue una de las mas excitantes que he tenido. La adrenalina de pensar que alguien nos vería fue increíble. Definitivamente volvería a tener sexo con todas las poses en el ascensor de mi edificio.

Dos amantes

Dos amantes

Desde que me casé, he tenido claro que lo mío no son las relaciones monógamas. Ya sé que puede sonar muy contradictorio porque estoy casada, pero la cosa es que mi esposo y yo quedamos en tener una especie de relación abierta aún estando casados. Es decir, éramos leales el uno con el otro, pero la fidelidad no contaba como en las parejas “normales”. Desde que quedamos en eso, he tenido dos amantes regulares que me hacen el amor de una forma deliciosa.

Me casé el 02 de mayo del 2015, tengo un trabajo que adoro. Todo en mi vida marcha bien. Pero cuando tenia sexo con mi esposo, sentía que algo me faltaba. Como ya llevábamos 2 años más de novios, él era la única persona que me hacia el amor desde que nos conocimos. Y no quiero decir que no me gustara, pero si me hacía falta estar con otros hombres que lo hicieran diferente.

Tengamos una relación abierta

Por ello, tuve una conversación muy seria y honesta con mi esposo. Para llegar al grano, le dije que me gustaría tener sexo con otros hombres y claramente, él también podía tener sexo con otras mujeres. Lo discutimos por dos meses buscando pros y contras para no ir a dañar el matrimonio y botar a la basura nuestra relación. Así, tuve la oportunidad de tener dos amantes al mismo tiempo.

Dejamos las reglas claras: cuidarnos SIEMPRE con condón, ir a moteles discretos, no hablar de ello al otro día y verse con su amante solo 1 fin de semana al mes, avisando el día de la cita. Con las reglas claras, cada uno elegía que día o días podía tener una cita con otra persona.

De ese modo, comencé a salir con mis amigas más frecuente para conocer hombres que me llamaran la atención y poder comérmelos sin ningún cargo de conciencia ni remordimientos. Estaba ansiosa por conocer a los dos amantes que me harían disfrutar del sexo de una manera inconfesable.

En la tercera salida que hice con mis amigas, hubo un hombre que me gustó de una. Fuimos a un bar solo para mujeres donde los hombres hacen show de striptease a mujeres que van a casarse o cumpleañeras. Íbamos en plan de divertirnos, pero desde que lo miré haciendo su show, no pude dejar de ver su enorme pene en ese diminuto bóxer moviéndose para todas las mujeres del lugar.

Cuando el show acabó, los hombres se vistieron y bajaron del lugar para bailar y divertirse. Se nos acercó y me invitó a bailar. Me dijo que tenia una sonrisa hermosa y que desde que estaba haciendo el show, era imposible no mirarme. Le dije que pensaba lo mismo porque estaba casi desnudo. Se rio y seguimos bailando un rato más.

Luego de coquetear un rato, notó mi anillo de casada y me preguntó por ello. No le quise dar muchas explicaciones, así que ese día le dije que intercambiáramos números para tener una cita y hablar mejor de mi matri. Hice eso porque ese día no le avisé a mi esposo que tendría mi noche de “soltería”, por lo que me tocó dejarlo para después.

Hablamos por teléfono, tuvimos una conversación muy caliente y ahí le dije cómo era la situación con mi pareja. Pensé que iba a espantarse, pero en lugar de ello, lo entendió y me dijo que nos viéramos ese mismo día, que sacara el permiso porque quería verme para hacer todas las cosas que nos dijimos por teléfono.

Le dije a mi esposo que saldría ese día a una cita. Él lo entendió y no hizo más preguntas.

Tengo dos amantes

Llegué al motel y ahí me estaba esperando con otro hombre. Estaba confundida, no esperaba verlo con alguien más, y menos con otro man, pero luego de una pequeña charla y unos tragos más, acepté en tener dos amantes.

Los 3 teníamos muchas ganas de comernos como locos, pero yo tomé el control de la situación y les dije que tendría dos amantes, pero no íbamos a hacer un trio, sino que me iban a comer por turnos.

Así que primero tuve sexo con el hombre que me sacó a bailar. Fue un sexo largo y muy placentero. Me hizo sentir muy deseada e hicimos poses que hace mucho tiempo no practicaba ni con mi esposo. Mientras teníamos sexo, su amigo nos veía y se masturbaba.

Cuando el man se cansó, seguí con su amigo. Le hice sexo oral por 10 minutos hasta que no aguantó más y me montó encima de él para que lo cabalgara y me viniera solita. Debo decir que comerme a dos manes el mismo día fue delicioso. Me sentía como toda una mamacita por excitar a mis dos amantes y tener el control de decidir con cual acostarme mientras el otro se aguantaba las ganas y se tocaba para complacerse solito.

Yo ya había tenido un orgasmo grande, pero quería seguir y tener otro que me dejara cansada, así que le dije que me lo hiciera de perrito mientras le chupaba el pene al otro man. Eso nos puso tan calientes, que mi amigo del show se vino en mi cara, dejándome la boca blanca y llena de semen, mientras yo me tocaba la vagina y me venía sintiendo esa verga entrar y salir muy rápido de rodillas en 4.

Una decisión acertada

Tener dos amantes fue el mayor deseo sexual de mi vida. Cuando me vine, le dije al otro hombre que se viniera en mis senos porque quería sentir su leche caliente regándose sobre mi cuerpo.

Me acostó en la cama, se puso de pie y mientras yo me masturbaba y me apretaba los pezones, él se tocaba para venirse en mi pecho. Cuando salió, cayó sobre mis senos y me hice un masaje que me dejó extasiada de placer.

Desde ese día, quedé de ver a mis dos amantes cada mes para repetir ese trio que tanto nos gustó y que me dejó ser “soltera” en una de las mejores noches sexuales que he tenido.