Vagina mojada

Vagina mojada

Desde que conozco a mi novia, siempre ha sido una mujer muy caliente y con muchas ganas de hacer el amor. Nuestra primera cita la tuvimos en un parque cerca a su casa. Tenía un vestido que dejaba ver sus hermosas piernas y un sombrero que parecía de playa. Me enamoré al instante, pero lo que hizo que me volviera completamente loco por ella fue su vagina mojada.

Siempre la tenía mojada. Ella me decía que era porque mantenía excitada y quería hacerlo donde fuera. Yo le daba gusto cada que podíamos porque una vagina mojada como esa, no se deja con las ganas nunca.

Recuerdo la primera vez que lo hicimos, llevábamos 1 mes de novios y la invité a rumbear. Fuimos a un lugar donde ponen de todo. Bailamos salsa, merengue, bachata y una que otra cumbia de las de antes. La estábamos pasando delicioso.

Cuando pusieron un vallenato, nos sentamos un rato a descansar. De pronto me comenzó a besar apasionadamente y me dijo que metiera mi mano por debajo del vestido para que sintiera lo que ella llamó “una sorpresita”. Cuando metí mis dedos por debajo del panty pude sentirla, su vagina mojada hasta el punto en que los pantys estaban húmedos. La miré y mi pene se paró de una. Estaba muy excitado. Quería arrancarle el vestido ahí mismo y penetrarla sin importar que todos nos vieran.

Disimuladamente, comencé a masturbarla ahí sentados. Metí dos dedos y la comencé a excitar más. Ella me decía que me quería comer, que fueramos al baño a tener un rapidín porque no aguantaba las ganas. Le dije que no, que mejor fuéramos a moteliar. Así que nos acabamos la botella de aguardiente y nos fuimos al motel.

En el taxi, me dijo que siguiera lo que inicié en la discoteca. Así que metí mi mano de nuevo y pude sentir esa vagina mojada, pidiendo que la penetrara para tocar el cielo y volver.

-Que rico mi amor-. Me dijo ella, gimiendo de placer.

Yo solo quería llegar al motel rápido para hacerla mía y tener sexo con ella en todas las posiciones posibles.

Cuando entramos, nos registramos rápido y subimos para por fin hacer el amor. Llegando a la habitación, comenzó a besarme y a decirme cosas sucias que me iba a hacer. La cargué en mis brazos y al entrar a la habitación, la tiré en la cama mientras ella se iba desnudando, dejando ver esos deliciosos senos pequeños que me vuelven loco.

Ella se quedó acostada boca arriba y me abrió las piernas para que la besara y disfrutar de esa vagina mojada que me tenía arrecho desde la discoteca. Estaba tan mojada que mi cara quedó bañada sobre ella. Además, estaba depiladita, por lo que cuando la besaba, mi cara se resbalaba con facilidad y me hacía querer chuparla toda la noche.

Tenia tantas ganas de comérmela, que no tuve tiempo ni de quitarme la camisa ni las medias, solo me bajé el pantalón y la penetré hasta sentir todo su cuerpo caliente debajo del mío. Sus pezones se sentían duros y sus manos acariciaban mi espalda mientras le hacia el amor tan fuerte que ella gemía sin parar de puro placer.

Podía sentir su vagina mojada atrapando mi pene sin dejarlo salir para excitarse más. Me decía que se lo hiciera duro, que le diera nalgadas y que le halara el cabello porque a ella le gustaba el sexo rudo.

Cuando me dijo eso, se lo metí a todo lo que podía. Sonaba delicioso. Mi pene chocando contra su vagina mojada me tenia desesperado de placer. Era tan delicioso que me dieron ganas de venirme adentro y echarle toda mi leche en su vagina para que se diera cuenta que ella era mía y que su vagina era de otro mundo. Pero no quería terminar, así que le dije que me lo chupara para contener las ganas de venirme tan pronto.

Me puse de pie y ella me quitó toda la ropa. Se arrodilló y comenzó a besarme mientras se tocaba y se metía un dedo. Yo le decía que se lo metiera todo y lo dejara mojadito.

Estuvo chupándome el pene mientras se masturbaba unos 10 minutos. Ella estaba disfrutando el momento. Se le notaba que le encantaba besarme para que yo me excitara mucho y le hiciera todo lo que ella quería.

Cuando ya me calmé y las ganas de venirme desaparecieron, la levanté del suelo y la puse contra la pared. Su vagina seguía muy lubricada y lista para seguir teniendo sexo como locos. Se lo metí y le agarré de la cadera para que entrara todo.

-Amor, tengo muchas ganas de venirme-. Me dijo mientras gemía de placer.

Cuando me dijo eso, me puse demasiado caliente y se lo metía muy rápido para que tuviera un delicioso orgasmo con mi pene adentro. Me agarró las manos y pude sentir su vagina apretando mi pene. Se vino y sus gemidos no cesaron. Tenía el clítoris tan sensible que me decía que paráramos para disfrutar. Pero yo no iba a parar, la iba a desesperar hasta el punto en que se orinara de placer y me dejara exhausto de tanto darle.

Me acosté en la cama y le dije que se sentara encima mío y me diera la espalda para ver como mi pene entraba mientras veía esas deliciosas nalgas. Se puso de cuclillas y mi pene entraba desparecer por completo.

Su vagina mojada me tenía volando. Le dije que siguiera así porque me iba a venir. Me hizo el amor de esa manera unos minutos más hasta que la saqué y me vine afuera, sobre su vagina, dejándola untada y blanca. Quedé muy cansado y cerré los ojos para disfrutar de ese delicioso momento que había tenido con mi novia.

Ella se acostó a mi lado y me dijo que la había pasado delicioso, pero que descansara un rato más porque el segundo round nos esperaba.

Propuesta indecente

Propuesta indecente

Parte 1 – Conocí a Andrea por un amigo en común. Nos hicimos amigas poco a poco. No fue de esas amistades que caen bien de una, sino de las que con el tiempo se van fortaleciendo. La consideré una de mis mejores amigas, hasta que una noche me hizo una propuesta indecente.

Antes de conocerla, mi amigo me había hablado de ella. Ellos eran amigos con derechos, se comían de vez en cuando los fines de semana y no tenían compromiso alguno. Yo no tenía interés sexual por ninguno de los dos, pues mi gusto en hombres es el típico hombre musculoso, cari bonito y ninguno hacía las mujeres porque soy heterosexual.

Los 3 nos hicimos muy cercanos, salimos mucho a charlar a los bares del centro de la ciudad y a pasarla bueno como cualquier parche de amigos. Nunca me hicieron alguna propuesta indecente que me asustara o se sobrepasara.

Así estuvimos un buen rato, hasta que mi amigo me dijo un día que yo le gustaba a Andrea, que desde hace mucho tiempo me tenía muchas ganas y que no me lo había dicho porque tenía miedo de cagar la amistad y que me alejara de ella.

Me tomó por sorpresa porque ellos ya tenían su cuento y no pensé nunca en involucrarme con ellos dos, o bueno, solo con ella. Cuando él me dijo eso, me sentí muy incomoda. Yo la consideraba una buena amiga, le contaba cosas que me pasaba con los manes que me gustaban y me abrí mucho a ella. Pero después de eso me di cuenta que ambas íbamos en sentido contrario.

Le dije a mi amigo que no me sentía cómoda, que yo era hetero y que no podía tener una amistad con ella si me veía con otros ojos. Él me dijo que me calmara y que no fuera a dañar la amistad por un simple gusto. Que más bien pensara que esta era la oportunidad para experimentar cosas nuevas y llevar mi sexualidad a otro nivel. Que ella siempre había querido hacerme la propuesta indecente que ya sabemos.

Lo pensé mucho. De verdad al principio no me atraía para nada Andrea. No era una mujer que me llamara la atención en particular, y una noche ya muy tarde, le escribí a mi amigo “lo voy a intentar”.

Creamos un grupo en WhatsApp para concretar una salida con fines sexuales. Desde el inicio el chat siempre fue muy caliente. Ellos hablaban de sus experiencias sexuales y Andrea me preguntaba mucho sobre mis gustos en el sexo. Le respondía cortante, pero ella insistía en hablar sobre mí y el sexo.

Después de hablar solo por una semana me hizo la propuesta indecente que me dejó fría.

-Nena, ¿te gustaría hacer un trio con nosotros dos?

Leí el mensaje sin saber cómo responder porque no tenia las palabras para decirle que no. O sea, ya era mucho asimilar que yo le gustara a ella, pero otra cosa era tener que entender que mi amigo también quería conmigo. Para mí era algo inaceptable y claramente tenía que negarlo.

– ¿¡Un trio!?

-Sí. Es solo una propuesta que puedes pensar con calma y responder después. Pero si no quieres fresca, no pasa nada.

Lo pensé por poco tiempo y para no negarle del todo la propuesta indecente que me había hecho, les dije:

-No estoy dispuesta a hacer un trio.. pero si quiero probar cosas nuevas, contigo.

Sacamos del parche a mi amigo para quedarnos las dos solas. La verdad no sé por qué accedí a estar con ella a, pero me ganó la curiosidad y ahora tenia una cita con mi mejor amiga.

Estaba muy insegura, me quería arrepentir, pero luego pensé que si no me gustaba, solo tenía que decirle que no quería seguir con ella y esperar a que nuestra amistad no cambiara para siempre.

Nos vimos en el bar de siempre, nos pedimos unos margaritas y comenzó a contarme más a fondo lo que hacía con mi amigo. Yo la imaginaba en esas y me reía un poco, pero eran los nervios. Ella lo notó, así que me dijo “¿nena, quieres otro margarita o algo más fuerte?”

Le dije que iría al baño y se ofreció a ir conmigo y antes de que pudiera entrar, me besó y nos encerramos en un cubículo. Me asusté, pero luego me dejé llevar por el momento. Sus besos eran deliciosos y calientes. La agarraba del cabello mientras dejaba que me tocara la cola y pusiera su mano por debajo de mi falda para meterme un dedo y excitarme más.

-¿Te gusta?

-Si, me encanta.

Nos dijimos eso mientras su lengua seguía recorriendo mi boca y haciéndome mojar más cada segundo. Luego, me bajó la blusa y me besó los senos mientras seguía dándome dedo hasta enloquecer.

Cuando ya sintió que estaba muy mojada, se arrodillo y me dio uno de los mejores besos de mi vida. Me chupó el clítoris tan delicioso que pensé que ya se había comido a otras viejas. Su lengua daba círculos y me halaba los labios vaginales para que me doliera un poquito y luego me calmara con su saliva.

No pensé que esa propuesta indecente fuera tan rica. Me beso por unos minutos más hasta que me hizo venir. Creo que las demás viejas que entraron al baño me escucharon porque no podía aguantar mis gemidos. Cuando terminó de besarme, me dijo que saliéramos y pagáramos la cuenta para ir a un motel a terminar de hacer locuras.

Salimos del baño, pagamos y tomamos un taxi hasta el motel más cercano.

Lo que pasó en ese motel fue una experiencia indescriptible. Algo que no pensé que me fuera a gustar tanto como para pedirle otra propuesta indecente de esas.

Esta propuesta indecente Continuará.

La vecina sexy

Vecina sexy

Siempre le he tenido ganas a mi vecina sexy del apartamento de al lado. Me vuelve loco esa mujer. Cada que la veo entrar de hacer ejercicio, es incontrolable las ganas que me dan de darle por el culo cuando la veo con esos shorcitos apretados y esos tops que dejan sus pezones al descubierto.

Para poder saludar a mi vecina sexy día de por medio o casi todos los días, me aprendí su rutina diaria. Como tengo teletrabajo, entonces puedo verla tooodo el día si quiero, me masturbo pensando en ella con esas lycras que marcan su vagina cada que sale a trotar, a hacer sentadillas, es una cosa loca.

Se que se levanta a eso de las 6 a hacer ejercicio, corre por acá cerca y luego usa el gimnasio de la unidad para ponerse más mamacita. Ella sabe que tiene a más de uno babeando, pero yo tengo algo que los demás no tienen: vivo justo al lado.

Después de espiarla por varias semanas, o más bien, varios meses, me le acerqué mientras estaba entrando a la unidad y nos topamos en el ascensor.

-Hola, ¿a qué piso vas?

-Hola, al quinto, gracias.

-Yo también vivo en el quinto piso. Mucho gusto, me llamo Carlos.

-Hola, Viviana.

Viviana, ese nombre se quedaría en mi mente como el nombre de mi vecina sexy, la mujer que me hace masturbarme casi todos los días con ese cuerpo de reina que tiene.

-Yo vivo en el 501, si necesitas cualquier cosa me puedes pedir ayuda.

Ella sonrío y me dijo: gracias Carlos, lo tendré en cuenta.

Nos despedimos y luego de eso me encerré en el baño para ver porno y pensar en Viviana, en mi vecina sexy del 502.

Después de unos días de trabajar en casa y tocarme en nombre de Viviana, sonó el timbre de la puerta. Pensé que había sido el domicilio, pero en lugar de eso, era ella.

-Hola Carlos ¿cómo estás?

-Hola Viviana, bien. Necesitas ayuda con algo.

-Sí, lo que pasa es que se me dañó una tubería del lavadero. ¿Me puedes ayudar con eso?

-Claro, dame un momento.

Me arreglé rápido, me cepille los dientes y toqué su puerta para ayudarle. Cuando fui al lavadero, vi sus tangas secándose junto a su ropa deportiva. Tuve una erección de una. Eran unas tangas azules diminutas y un top de color rosado. Me la imaginaba con eso puesto y era inevitable dejar volar mi imaginación. Pero me tenia que contener porque mi vecina sexy necesitaba de mi ayuda.

Así que traté de calmarme y me concentré en su fuga de agua. Era una simple bobada, se le había zafado el tubo de la lavadora y el agua se estaba regando. Cuando puse el tubo donde era me agradeció con un beso en la mejilla y me dijo que esa noche iba a hacer una pequeña reunión con sus amigos. Que estaba invitándome para agradecerme el favor. “Claro que sí”, le dije.

Llegó la noche y cuando vi que había varias personas en su apartamento, timbré. Ella me abrió, estaba con un jean apretado, una blusa cortita que dejaba ver su ombligo y unos tacones rojos que me ponían a volar imaginándola desnuda, pero usando esos zapatos.

Me recibió las cervezas que le había llevado y me invitó a pasar.  Me presentó y comencé a hablar con sus amigos. Estaban celebrando el cumpleaños de una de sus amigas. Se tomaron fotos, jugamos UNO, beer pong y otros juegos más que nos hacían tomar como locos.

Cuando acabó la noche y sus amigos se fueron, mi vecina sexy me agradeció por haber ido y me dijo que teníamos que seguir viéndonos para salir y pasarla rico. Me ofrecí a ayudarle a acomodar el apartamento con la excusa de verla un rato y aprovechar la oportunidad para besarla y decirle lo que sentía.

Terminamos de acomodar la sala y fuimos a la cocina. Cuando estaba lo suficientemente cerca, me acerqué y la besé. Ella me quitó y me empujó diciéndome que no debía mal interpretar las cosas, que solo me quería como un amigo y que apenas nos habíamos conocido. Pero luego vi como seguía mirando mis labios, así que la agarré fuerte y la besé mientras mi pene rozaba su vagina y mis manos rodeaban su cintura. Ella me tocaba los brazos y su respiración me decía que estaba excitada y que quería más.

La cargué hasta la sala y le quité la blusa, dejando ver sus pezones color café, parados, deliciosos. Me quedé besando sus senos hasta que me quitó y me bajó el pantalón. Me besaba como toda una diosa. Ponía sus manos sobre mi pene mientras su mirada estaba clavada sobre la mía. Estuvo chupándomela hasta que se quitó el jean, me puso el condón que le di y se sentó encima de mí para tener sexo toda la noche.

En mi mente, los pensamientos eran tan cochinos que no podía decirle nada. Solo pensaba en que al fin me estaba comiendo a mi vecina sexy, a viviana, la vieja que me la pone dura cada que la veo con esa ropita apretada. Luego de hacerlo un rato de esa pose, la puse en 4 y la clavé por poco tiempo. Estaba tan excitado que el sexo que tuvimos fue corto pero placentero. Le dije que me perdonara pero que tenia ganas de venirme. Ella lo comprendió y para no hacerme sentir mal, me dijo que nos viniéramos juntos.

Así, que la acosté en el sofá y mientras ella tocaba su clítoris y se mojaba mucho, me decía que ya iba a llegar. Tome aire por un momento y esperé a que se viniera para luego venirme yo. Su vagina se mojó tanto que mi pene entraba y salía repleto de sus fluidos y ella gemía de desesperación.

Cuando ya sentí que había acabado, me acosté y al sentir sus tetas contra mi pecho me vine adentro de ella. Me quedé mudo hasta que salió todo y pude respirar para sentir el orgasmo por todo mi cuerpo.

Terminamos sudados y el sofá repleto de su lubricante. Me limpié y luego limpié el sofá mientras ella estaba en el baño arreglándose.

Me vestí y cuando me fui a despedir de ella, me dijo que me esperaba al otro día para que le ayudara a arreglar el desorden. Nos reímos y me fui a mi apartamento ganoso por pegarle otra culiada mejor que dejara a mi vecina sexy pidiéndome favores todos los días.

Show de camisetas mojadas

Camisetas mojadas

Antes de tener hijos y ser la mujer felizmente casada que soy, vivía la vida sin ninguna preocupación. Estaba en la Universidad, pero mi futuro no era algo que me importara mucho la verdad. Mis fines de semana eran para rumbear y cumplir con una que otra tarea de la u. Siempre la pasaba muy rico, pero la noche que mis fantasías volaron y probé experiencias únicas, fue el día en que atreví a entrar en un show de camisetas mojadas.

Con mi mejor amiga salíamos cada fin de semana a un lugar diferente. Íbamos a restaurantes, a probar nuevos sitios y a conocer gente en barcitos que quedaban en la zona más play de la ciudad. Como nos veían solas, los manes nos caían como perros buscando su presa y nosotras disfrutábamos de la atención para que nos gastaran los tragos.

¿Quieren ir a una fiesta?

Conocimos a dos manes que estaban de visita en la ciudad, muy bien presentados y solo querían algo de diversión porque al día siguiente, retornaban a su ciudad de origen. Nos dijeron que había una fiesta en la casa de un conocido y que iba hasta el amanecer. Aceptamos irnos con ellos y en 30 minutos ya estábamos con mucha gente rumbeando hasta que el cuerpo aguantara.

La fiesta era en una casa con piscina, jacuzzi y todos los lujos que uno se pueda imaginar en un sector tan high como ese. La gente tomaba y bailaba y nosotras nos divertíamos al ritmo de la música.

Cuando ya todos estaban totalmente borrachos, el dj quiso hacer un concurso de camisetas mojadas. Como no conocíamos a nadie, le dije a mi amiga que jugáramos para pasarla rico y hacernos el ambiente. Nos “inscribimos” al concurso, nos quitamos el brassier para mostrar todo nuestro potencial y nos dispusimos a ganar el concurso por una botella de whiskey Johnnie Walker Blue Label, esa que vale quinientos mil pesos la botella.

Que comience el show de camisetas mojadas

Comenzamos a bailar al ritmo de la música mientras sonaban canciones de reggetón y un man nos echaba agua. Mi amiga y yo solo estábamos disfrutando del momento y perreábamos juntas para que la multitud nos quisiera. Nos tocábamos muy sutilmente entre los senos mientras el dj hacía gritar a la gente por la mejor participante del show de camisetas mojadas.

La estábamos pasando tan bien, que no nos dimos cuenta que estábamos literalmente empapadas en agua y que nuestros pezones se notaban por debajo de las camisetas mojadas. Yo solo bailaba con el fin de ganarme esa botella para terminar la noche bebiendo con mi mejor amiga.

Cuando la música paró, estábamos 5 chicas compitiendo entre nosotras para saber cuál era la mejor. Pero cuando el dj eligió a mi amiga, la gente hizo mucha bulla y pedían que ambas fuéramos las ganadoras del show de camisetas mojadas.

El dj accedió a dar doble premio, pero si bailábamos de nuevo juntas. Puso una canción suave y bailamos mientras nuestras manos recorrían nuestros cuerpos. El alcohol ya había hecho su efecto en mí y cuando mi amiga estaba por darme la espalda para restregar su culo sobre mí, la agarré del cuello y la besé. Fue un beso mojado pero rápido.

Un delicioso beso mojado

Todo se quedó en silencio un segundo, pero luego los gritos y los aplausos se multiplicaron por tres. Ahora teníamos a muchos manes grabándonos con su celular mientras ella y yo nos besábamos y bailábamos mostrando los senos debajo de las camisetas mojadas y nuestras manos acariciándonos cada centímetro. Fue algo inolvidable.

Cuando terminamos el show bajamos del escenario y nos sentamos con los manes que habíamos conocido ese día. Estaban en shock. Nos felicitaban por haber ganado y se reían mientras sus ojos no paraban de admirar nuestras tetas.

-Tremendo show el que hicieron.

-Jajaja lo sabemos. Por algo fuimos las ganadoras.

-Fue el mejor show de camisetas mojadas que hemos visto.

Charlamos con ellos un rato más y luego nos pusimos muy calientes. Mi amiga me siguió besando y yo le hacía ojitos a uno de los manes. Cuando terminé de besarme con mi amiga, le di un beso tan rico al man, que lo dejé con el chimbo parado. Lo noté porque se le veía y porque cuando me acerqué para besarlo, se lo pude sentir.

Ellos querían ir a un cuarto para que acabáramos la fiesta teniendo sexo desenfrenado, y ¿quién no? pero mi amiga me decía que ya estaba muy borracha y que lo único que quería era dormir a mi lado. Así que le dije a los manes que no, que después del show de camisetas mojadas queríamos descansar un poco porque estábamos exhaustas.

Repitamos ese beso

Tomamos un taxi hacia su casa y ella al llegar me dijo que quería repetir ese beso. Así que comencé a besarla y a tocarle el cuello mientras ella tocaba mis senos. La besé hasta que la vi completamente desnuda y se tumbó en la cama para que le hiciera sexo oral.

Se acostó con las piernas medio abiertas y con sus manos se acariciaba el ombligo mientras me decía que la hiciera tocar el cielo. Besé sus senos para calentarlos un poco. Estaban fríos y con los pezones muy parados por el agua del show. Luego, bajando a su abdomen, mis manos llegaron a su vagina y pude sentir que estaba húmeda. La besé suavemente y con mis dedos le tocaba los pezones para que llegara al orgasmo rápido.

Mi mejor show de camisetas mojadas

Después de un rato, me miró y vi cómo apretaba sus labios y sus manos para llegar al orgasmo con mi lengua en su clítoris y mis labios chupando su entre pierna. Dejé que descansara un momento y luego seguí besándola para saborear su venida y quedar con ganas de más.

Me le acerqué al oído y le dije:

– ¿Te gustó el show de camisetas mojadas?

-Me gustó más tu boca en mi vagina.

La volví a besar y luego nos quedamos dormidas, esperando recuperar fuerzas para terminar lo que habíamos comenzado en esa fiesta que nos dejó sedientas de un delicioso sexo entre las mejores amigas.

Amigos con derecho

Amigos con derechos

Desde que estaba en el colegio, mis papás me prohibieron tener novio hasta cumplir los 18. Pensé que esa regla era algo ridícula porque lo podía tener a escondidas. Luego, me di cuenta de que fue un sabio consejo porque no tenia novios, sino amigos con derechos.

Entré a la universidad y mientras me adaptaba y mi cuerpo iba madurando, algunos chicos de mi carrera me tiraban los perros. Hubo uno me encantaba, pero él solo estaba en busca de culitos para no tener nada serio con nadie, así que me bajé de esa nube y comencé a copiarlo. Decidí que además de darme besitos y manoseadas con manes, quería tener amigos con derechos.

Cuando los manes me decían que saliéramos, les decía que si para sacarles comida, trago y uno que otro piquito si estaban buenos. La cosa cambiaba si ya estaban podridos de lo bueno porque me los comía y el cuento acababa ahí.

Me hice muy amiga de un man de otra carrera y de su mejor amigo. Éramos inseparables. Nos contábamos nuestras aventuras sexuales y cada uno guardaba los secretos. Un día nos quedamos hasta tarde en la casa de uno de ellos tomando y hablando mierda. Estábamos bailando y hasta viendo porno entre los 3. Con esos videos la situación se calentó y ellos me retaron a imitar un movimiento de una actriz. Me arrodillé y comencé a mover mi culo rápido de arriba hacia abajo. Cuando me volteÉ, a ambos se les notaba el pene por debajo del jean. Los había excitado al punto de tener sus miradas sobre mi cuerpo desvistiéndome para comerme. Así que me fui quitando la ropa lento, haciendo un striptease mientras que al mismo tiempo les quitaba la camisa y los zapatos.

Pero antes de seguir les pregunté: ¿vamos a convertirnos en un trío de amigos con derechos? O ¿esto pasará solo una vez? Me dijeron: lo que vos querás mamacita.

Bailamos un rato más entre los tres hasta que la calentura nos desnudó por completo y comenzamos a besarnos. Cuando uno me besaba la boca, el otro me daba besos en el culo y metía sus dedos en mi vagina. Hubo un momento en que tenía ambos penes en mi boca. Me sentía como una puta. Quería que esos dos hicieran de todo conmigo y me dejaran como un trapo.

Cuando comenzaron a penetrarme, podía ver en sus caras las ganas que me tenían desde hace rato. Mis gemidos los excitaban más y sentir dos penes en mi cuerpo era una sensación que no puedo describir con palabras. La pose más rica que hicimos fue cuando uno de ellos se puso de pie, me cargó en sus brazos y me lo metió por la vagina mientras el otro me penetraba el culo detrás de mí. Estábamos haciendo un trio de ensueño.

Luego de esa deliciosa pose, uno de ellos me hizo sentarme en su pene dándole la espalda para darme por el culo, mientras el otro me lo hacía de pie por la cuquita.

-Estás tan rica. Te quería comer desde que te conocí. No imagine que fueras la puta deliciosa que hoy me estoy comiendo.

-Si quieres que seamos amigos con derechos toda la vida no tengo problema en romperte ese culo cada fin de semana.

Me decían eso mientras mis gemidos no me dejaban responder, pero mis ojos lo decían todo por mí.

Cuando uno de ellos se cansaba, me hacia besarlo y chuparle la cabeza del pene para desesperarlo del placer, mientras el otro me daba nalgadas en un intento por hacerme venir y gritar. Estábamos teniendo una noche loca de llena de placer y sexo salvaje. Estaba siendo la mejor noche de mi vida con mis dos amigos con derechos.

La noche se hizo corta con todo el sexo que tuvimos. Uno de ellos se vino, descansó un rato mientras me besaba entre las piernas y el otro siguió de largo. Me tenían como una perra dándome hasta que me pelaron la cuca de tanto roce. Tuve dos orgamos grandes y uno que otro pequeño hasta que llegando la madrugada les dije a los dos que se vinieran en mi culo.

Primero uno me dio en cuatro y su leche quedó en mi ano, regándose hasta mi vagina. Estaba tan caliente que le dije que no parara y me lo metiera por la vagina hasta que no pudiéramos más. Luego, el otro me pegó contra la pared y también se vino en mi culo. Esa mezcla de ambas leches me tenia en el cielo.

Me toqué un rato más con esa leche sobre mi clítoris y tuve el último orgasmo de la noche. Mis dedos estaban untados de semen y de mi lubricante. Sabían delicioso. Me los metía para que ellos vieran que estaba loca y aun seguía arrecha, pero ellos ya estaban cansados.

Me bañé y me acosté un rato con ellos a descansar. Estaba en el medio de dos amigos con derechos que me habían dado como a rata. Me sentí tan satisfecha porque los 3 lo disfrutamos mucho. Todo paso por simple casualidad y eso fue lo más me gustó, que nada se planeó y que nuestro pequeño secreto de amigos con derechos fue la mejor decisión que pudimos tomar.

Chupando vaginas

Chupando la vagina de mi novia

Me llamo Mauricio y quiero contarles como casi me pillaron chupando la vagina de mi novia en un cementerio. Si, en un cementerio con mi novia.

El tío de mi mejor amigo murió después de navidad. Fue la última navidad que pasaron juntos y mi amigo sufrió mucho. Su funeral fue a mediados de enero, cuando las fiestas de fin de año estaban casi por terminar.

Fui con mi novia al cementerio central de la ciudad para darle la despedida a esa persona especial que nos quería tanto. La ceremonia fue tranquila y corta. Cuando lo enterraron todos los familiares y amigos le dimos el adiós entre lágrimas y sollozos. Le dije a mi novia que quería visitar a un primo que estaba en ese cementerio así que nos despedimos de mi amigo y fuimos a ver la tumba de mi primo.

Nos quedamos un rato hablando con él hasta que mi novia me dijo que quería hacer algo caliente.

– ¿Quieres que te la mame aquí?

-Jajaja, ¿en serio? Si tú quieres, de una.

Cuando me dijo eso, la tristeza se fue por completo. La comencé a morbosear y a imaginar qué había debajo de ese vestidito negro con esas medias veladas que me dejaban loco. Nos hicimos por un árbol y comenzó a besarme mientras metía su mano en mi pantalón. Así estuvo un rato hasta que le dije que era mi turno. Le subí el vestido y comencé a chuparle el coño. Me agarraba la cabeza y me la metía fuerte entre su vagina para que mi lengua entrara hasta el fondo. Estaba muy mojada, su olor me ponía más arrecho y sus gemidos ya se estaban haciendo más fuertes. Cuando veíamos que gente se acercaba o pasaban en sus carros, parábamos, pero luego seguíamos en lo nuestro. Era increíble. Estaba chupando la vagina de esa rubia deliciosa que era mi novia en plena luz del día en un cementerio.

Le metí un dedo en el culo mientras mi lengua mojaba su clítoris para hacerla venir.

-¡Sigue así amor!, ya me dieron ganas de venirme.

-Vente en mi boca.

– ¿Te habías imaginado alguna vez chupando la vagina de alguna vieja en un cementerio?

-No, pero con vos me imagino culiándote hasta en la calle.

Mientras nos decíamos cosas sucias un jardinero paso cerca y se quedó mirándonos. Me iba a parar para disimular, pero en eso me dice mi novia:

-No pares, ¡NO PARES!

-Amor, pero nos están viendo.

-No me importa, ya me voy a venir.

Le metí dos dedos y se lo hice super rápido mientras mi boca seguía en su vagina. Luego vi como el jardinero comenzó a acercarse y luego mi novia se vino. Pude sentir como su vagina se mojaba más y sabía diferente. Me quedé cinco segundos más en su vagina para disfrutar de su sabor y luego le dije que nos teníamos que ir de ahí.

Se acomodó el vestido, se quitó la tanga y la guardo en el bolso. Nos fuimos rápido de ahí y nos montamos en el carro. Luego me dijo que quería seguir. Mi novia esta loca, fue lo pensé al verla abrir las piernas y diciéndome que la siguiera besando.

– ¿No pues que nunca habías chupado la vagina de ninguna vieja en un cementerio? Chúpamela pues. Me quiero venir a chorros.

Baje mi cara a su vagina y continúe besándola un rato más hasta al meter mis dedos y hacer movimientos circulares. Se vino como en las películas porno y gritaba como toda una actriz. Primero pensé que era el sueño de todo hombre hacer venir a su novia así, luego pensé: ¡Jueputa el carro se ensucio horrible!

Mi novia quedó mojada y mi cara llena de esa vaina. Tuve que ir al baño a lavarme la cara mientras ella limpiaba con un trapo el tablero del carro y los asientos. Llegue “casi limpio” y le dije que no me había pasado eso, que nunca me imaginé chupando la vagina de una vieja en un lugar tan particular y menos que la fuera hacerla venir de esa manera. Ella me miró, nos reímos mucho y luego me dijo: tenemos que hacer lavar el carro ¡pero ya!

Ese día me di cuenta de que, tenia de novia a una loca en celo y que con ella podía cumplir varias de mis fantasías sexuales. Además, creo que he sido de los pocos hombres que han chupado coño en un cementerio.

Sexo oral en la oficina

sexo oral en la oficina 1

Era un día normal en la oficina. Llegaba siempre ansioso por ver a la nueva practicante que habíamos contratado para los temas de la contabilidad. Estaba re buena, era alta, flaca, de cabello crespo, piel trigueña, labios gruesos y ojos claros. Toda una mamacita. Varias veces fantasee con ella en la oficina. Me la imaginaba arrodillada debajo de mi escritorio haciéndome sexo oral.

Un día, después del almuerzo me quede viendo el celular un rato y hablando con unos amigos para hacer un asado por mi cumpleaños. Hubo un momento en que estaba solo y ella se acercó a conversar conmigo. Me dijo que casi no conocía a nadie y que quiso hacerme compañía.

Cuando se acercó y me habló no pude evitar tener una erección y pensar en esa fantasía de tener sexo oral en la oficina. Me la imaginaba haciéndole de todo. Quitándole esa camisa de botones para ver esos senos que me ponían a volar, poniéndola en cuatro para chuparle ese culito y haciéndole el amor encima de mi escritorio. Todas esas cosas pasaban por mi mente mientras ella me contaba sobre su pasantía y como se estaba sintiendo en el trabajo.

El tiempo del almuerzo terminó. Nos despedimos, pero como me había dicho que se sentía algo sola, la invité al asado de mi cumpleaños. Igual lo hacía por cortesía, no pensé que luego fueran a pasar cosas de otro nivel y menos que el sueño de que ella me hiciera sexo oral se fuera a cumplir tan pronto.

Desde ese día hablábamos casi todos los días en el almuerzo. Cada día la veía más buena. Creo que se estaba arreglando más por mí. No lo sé, solo sé que yo buscaba el momento perfecto para culiarmela y romperle ese culo en la oficina.

Para fin de mes me tocó quedarme hasta tarde en la oficina y a ella igual. Estábamos pagando nómina y cuadrando el pago de los nuevos trabajadores. Estaba muy estresado. Salí a tomarme un café y ella estaba concentrada en lo suyo, pero yo no podía dejar de ver sus piernas y esos tacones que la hacía ver como una puta en celo. Me acerqué a ella y le dije que después de terminar todo saliéramos a tomar unas cervezas para relajarnos.

Cuando terminamos de trabajar me dijo que ya estaba lista, pero al verla entrar a mi oficina se le notaban los pezones por debajo de la blusa. Tenía una mirada que decía de todo. No sé si ella de verdad estaba excitada o era mi imaginación, pero me arriesgué. Le dije que se veía muy linda, ella sonrió y me dijo que yo también estaba muy guapo.

Nos fuimos acercando mientras hablábamos sobre a dónde íbamos a ir, pero cuando le acaricié el hombro y ella me miro los labios sabía que tenía luz verde para al menos besarla. La tomé del cuello y la besé. Sentí que podía hacer más, así que sin pensarlo le toqué el culo y luego comencé a tocarle las tetas. Todo se dio perfecto. Ambos estábamos muy calientes. Le toqué los pezones mientras mi pene rozaba su vagina, luego le mandé la mano a la cuca y le metí el dedo. Quería arrancarle esa falda y comérmela enterita, pero en lugar de eso ella tomó la iniciativa y me bajó el cierre del pantalón, me cogió el chimbo y me lo chupó como una experta en sexo oral.

Era de no creerlo. Estaba por comerme a la buenona de la oficina y cumplir la fantasía de tener sexo oral en la oficina. Tenía tanta arrechera que la empeloté toda y le dije que me lo chupara hasta hacerme venir. Ella siguió mis órdenes y se quitó toda la ropa. Verle esa cuca grande y depilada fue lo mejor. Además, estaba mojada y ansiosa por sentir mi verga dentro de ella. Pero le dije que eso tenía que esperar. Que primero me lo chupara y luego me la comería en mi escritorio.

Se arrodilló y comenzó a besar mis huevos primero. Los succionaba mientras con sus manos me masturbaba. Lo escupía con mucha saliva para que sus manos se resbalaran bien sobre él. Luego, lo beso en la base y fue subiendo como si estuviera comiéndose una paleta. Con la lengua hacia movimientos circulares en la punta de mi chimbo y la chupaba para desesperarme. Le decía que hacía mucho tiempo soñaba con que ella me hiciera sexo oral de esa manera.

Sus manos recorrían mi pecho y su boca no paraba de darle besos a mi pene. Cuando sentí que mi punta tocó el fondo de su garganta supe que ella era una experta. Se lo metía hasta el fondo y sin importar que le dieran ganas de vomitar y que sus ojos se pusieran aguados, seguía así hasta llenar de saliva el suelo. Estuvo con mi chimbo en su boca por 20 minutos. La agarraba del pelo y le decía que me lo tenía que hacer rápido porque tenía ganas de ver como tragaba mi leche y como caía en sus senos. Así que me hizo sentar, con una mano me masturbaba, con la otra se tocaba ella, se metía los dedos para calentarme más y con su boca me hacía tocar el cielo. Que lengua tan deliciosa.

– ¡Chupa, chupa, chupa, ya casi sale! ¡Ahhhh!

Me vine en su boca de una manera indescriptible. Se lo tragó todo. Solo unas pequeñas gotas cayeron en sus senos y yo estaba rendido del placer. Me mostró como su boca había quedado blanca de mi semen. Lo saboreó mientras me seguía besando.

Se limpió los senos, se vistió de nuevo y salimos de la oficina por las “cervezas” que habían quedado pendientes. La llevé a mi casa y me la comí toda la noche. Tuve el sexo oral soñado con esa mamasota que me ponía a soñar cada tarde en la oficina.

Lubricante anal

lubricante anal

Desde que comencé a tener sexo con mi primer novio, no vi la necesidad nunca de usar lubricante anal, vaginal o ningún tipo de ayudas porque siempre me entendí bien con todos los que alguna vez tuve sexo. Pero con todos siempre fue sexo vaginal y oral, me daba terror tener sexo anal. Pensaba que era muy asqueroso y doloroso. El solo hecho de que alguien me tocara el ano o me pasara los dedos o la lengua me alteraba mucho.

Una vez tuve un novio que era un príncipe azul, muy caballeroso y atento en todo momento, pero siempre me pedía que tuviéramos sexo anal. Yo le respondía que no porque me iba a doler y él me decía que con ayuda de un lubricante anal todo podía mejorar. Estuvo insistiéndome por meses hasta que le dije que sí.

Un día llegó con un lubricante anal a base de silicona para tener sexo anal sin dolor ni ardor. Me explicó que tenía unos componentes para adormecer y dilatar un poco el ano y no sentir tanto dolor. Además, compró unos acostumbradores anales para que cuando fuera a penetrarme, estuviera acostumbrada a un tamaño similar. Use los acostumbradores anales por 3 semanas más o menos. Eran muy incomodos al principio, pero luego de tenerlos por más de 30 minutos, se me olvidaba por momentos e intentaba no pensar mucho en ello.

Luego de ese tiempo, decidí que ya era hora de probar tener sexo anal para al fin darle a mi novio ese gusto. Estaba algo nerviosa porque para mí, tener sexo debe ser algo que se dé entre los dos y no algo que se pida. Pero igual, quería probar para ver por qué a los manes les encanta tanto el sexo anal.

Un día llegué temprano de trabajar y esperé a mi novio con la sorpresa que él tanto anhelaba. Me puse un vestido pegado al cuerpo y no me coloqué ropa interior. Tenía puesto un acostumbrador anal y me puse el lubricante anal para que fuera haciendo efecto mientras calentábamos la situación.

Él llegó y sin dejar que dijera o hiciera algo, comenzamos a besarnos y tocarnos como locos. Le quité la corbata y se la puse de venda en los ojos. Luego lo desnudé por completo y comencé a restregar mi cuerpo contra el suyo en el sofá. Él tocaba todo mi cuerpo y yo le decía cosas sucias para que se excitara más. Luego cuando bajó a mi vagina, la sintió mojadita y me dijo que me quería besar. Pero al tocar más atrás se dio cuenta que estaba usando el lubricante anal y el acostumbrador.

-Uyyyy, que rico amor. Te voy a romper ese culo hoy.

-Pero me lo rompes suavecito amor.

Nos dijimos mientras me sentaba en el sofá y él se arrodillaba para chuparme la vagina por 20 minutos. Estaba muy excitada. Su lengua me hizo mojarme mucho y sus manos me cogían las nalgas mientras el acostumbrador me dejaba el culo bien abierto para una noche de sexo desenfrenado.

Cuando ya dejamos el mueble lleno de saliva y fluidos, me sentó entre sus piernas y me penetró como nunca. La idea de ponerle la corbata en los ojos estaba funcionando de maravilla. No se que era lo que sentía, pero me estaba excitando muchísimo.

Después de un rato en esas y en varias poses por todo el apartamento, fuimos a la cama y me dijo que mi culo sería el centro de la diversión. Me quitó el acostumbrador, se quitó la corbata de los ojos, se puso el condón para que el pene no se le fuera a dormir por el lubricante anal y luego me lo fue metiendo suave hasta que entró todo.

– ¿Ya entró todo?

-Sí, ¿te dolió mucho?

-No, se siente raro, pero estoy arrecha. Métemelo más amor.

Mi novio quedó sorprendido porque los ejercicios con esos productos habían funcionado de maravilla. Sí sentía un poquito la incomodidad, pero el placer era mucho mayor. Le dije que me pusiera un poquito más de lubricante anal. Estuvimos en la pose del perrito mucho tiempo. Las nalgadas que me daba, me dejaban roja mientras me halaba el cabello y me decía que yo era su putita en celo.

Luego, me puso de ladito en la cama mientras que él estaba de pie y su pene entraba en una curva que me ponía a sentir de todo. Cuando me penetraba delicioso, me masturbaba y me pellizcaba los senos para sentir la calentura en todo mi cuerpo.

Mi ano estaba apretadito y casi no me dolía. Mi novio estaba muy arrecho y con ganas de venirse duro adentro, pero sin condón. Así que se lo quitó, se acostó y yo me senté encima de él dándole la espalda mientras su pene entraba entre mis nalgas. Mis dedos acariciaban rápidamente mi clítoris para venirnos al mismo tiempo. Me cogió la cintura tan duro que le dije que ya iba a venirme y luego explotó.

Tuvo un orgasmo super fuerte mientras mi clítoris palpitaba de placer y me mojaba las piernas. Sentí su leche salir de mi ano y manchar su pelvis para luego terminar en un suspiro largo.

Me limpié, lo limpié y nos quedamos abrazados disfrutando de ese delicioso sexo anal que tuvimos por primera vez.

Solo tengo sexo anal

Sexo anal

Dejé de ser virgen desde los 17 años. Mi primera vez fue con un amigo al que yo le gustaba mucho. Yo lo quería mucho como un amigo, pero lo hice más que todo porque él me insistía. Me decía que era mejor hacerlo con un amigo la primera vez para que después tuviera más experiencia con una persona realmente especial. Pero desde ese día, solo tengo sexo anal.

Luego de eso, me fue algo difícil confiar en otra persona. Después de 3 años más conocí a un chico que me enamoró. Teníamos la misma edad, 20 años. Salimos por 3 meses hasta que me pidió ser su novia oficial. Acepté pensando en que tarde que temprano tenía que afrontar la realidad y hacer el amor con él. Un día le dije que antes de tener sexo le quería contar lo que me había pasado. Él lo comprendió mucho y me dijo que me esperaría el tiempo necesario.

Llegó el día en que ya no tenía dudas. Sabía que mi novio era la persona correcta para dejar el miedo y dar el siguiente paso. Nos quedamos solos en su casa y comencé a darle besos largos para que entendiera la indirecta.

– ¿Estás segura de que quieres hacerlo?

-Si. Ya me siento lista.

Me quitó la ropa tiernamente y me acostó en la cama para besarme de arriba hacia abajo. Tenía algo de pena, así que apagué la luz y prendí el televisor para estar más tranquila. Me quitó los cacheteros y me dio sexo oral mientras se masturbaba con la otra mano. Yo intentaba besarle el pene, pero él quería que yo disfrutara mucho nuestra primera vez.

Cuando terminó de besarme la cuquita, se montó encima de mí e intentó metérmela. Me dolió mucho porque hacía 3 años no lo hacía. Era prácticamente virgen. Intentamos varias veces y nada. Entonces le dije:

– ¿Y si lo intentamos por detrás?

– ¿QUÉ? Estás loca, por el culo te va a doler más.

-Pues intentémoslo. De pronto tener sexo anal lo pueda soportar un poco más.

Me puso de cucharita y metió su dedo primero para que no fuera a asustarme. Luego, fue metiendo su pene mientras sacaba su dedo. Ya entró, me dijo mientras su voz reflejaba asombro y felicidad al mismo tiempo.

Su pene entraba suave y salía aún más suave, pero a mí me encantaba. No podía creer que estaba teniendo sexo anal tan fácil y tranquilamente. De pronto había sido la cerveza que me había tomado antes la que me relajó un poquito y me quitó los nervios de encima.

Mi novio se puso tan arrecho que me lo hacía como si no hubiera un mañana. Me decía que tener sexo anal conmigo era mejor que hacerme el amor por la vagina, que mi culito le apretaba el pene tan rico que sentía corrientazos y le daban muchas ganas de echarme su leche adentro.

Cuando apretaba con ganas mi culo, él me cogía duro el cabello y me decía que si lo hacía de nuevo me iba a pegar una nalgada para que me doliera. Apreté mi culo muy fuerte y me dio una nalgada que me ardió y me dejó roja la cola, pero eso me ponía muy caliente.

Cambiamos de posición, me puse en cuatro con la cara en la cama y el culo levantado hacía él. Me lo metió de una mientras sus manos agarraban fuerte mis senos y me los apretaba. En mi mente solo pensaba en una cosa: tener sexo anal era un sueño que me estaba perdiendo hace mucho tiempo.

Estuvimos haciendo el amor por poco más de 30 minutos hasta que sentimos que su mamá llegó. Le dije a él que debíamos parar o acabar ya. Sin duda alguna me miro a los ojos y en un momento de puro placer, me metió hasta las huevas y se vino adentro. Mi culito chorreaba esa leche mientras su mamá rondaba por la sala preguntándose por nosotros.

Me limpie rápido con la toalla de él y salimos a la sala como si nada. Prendimos el televisor y en eso me dijo: no pensé en comerte ese culo hermoso tan rápido. Fue el mejor sexo anal que he tenido. Me reí y le apreté el pene con mis manos mientras le decía que teníamos que repetir.

Así fue, pasaron 4 meses en esas. Mi novio dándome por el culo mientras teníamos sexo anal como unos salvajes. En todo ese tiempo solo lo hicimos por detrás. Era raro porque él tampoco me preguntaba si lo hacíamos normal, solo llegábamos siempre al mismo punto: a dejarme comer el culo como toda una actriz porno recorrida.

Llevo 2 años así y ha sido una experiencia deliciosa. Para tener los orgasmos que todas las viejas tienen tengo mis dedos, mi imaginación y uno que otro lubricante caliente que me pone arrecha cada que veo porno. Pero cuando se trata de sexo, les digo a mis amantes que mi especialidad es tener sexo anal, que con mi culo pueden hacer lo que quieran porque lo disfruto más que otra experiencia sexual.

Sexo de aniversario

Sexo romantico en nuestro aniversario

Soy de las mujeres que le gusta el sexo fuerte, salvaje, duro. No me gustan mucho esas vainas de romanticismo ni pétalos de rosas en la cama, pero mi esposo es más especial que yo. Para mí, el sexo romántico está pasado de moda.

Sin embargo, mi esposo me dijo una vez que quería celebrar nuestro quinto aniversario de casados con algo especial. Me dijo que me llevaría a un lugar lejos de la ciudad para pasar un fin de semana como recién casados. La idea me gustó mucho, pero esperaba que el tema de tener sexo romántico no estuviera en el plan. No fue así.

Cuando llegamos a las cabañas, había un camino con pétalos de rosa que nos dirigía hacia la habitación. Debo decir que mi esposo se esmeró mucho. Había una champaña en la cama con un baby doll esperándome para desfilarle a mi esposo. Destapó la champaña y brindamos por 5 años llenos de amor, placer y sexo salvaje.

Luego, fui al baño y me puse el baby doll rojo que mi esposo me había comprado para tener su noche de sexo romántico y dejarlo lleno de placer. Cuando salí me estaba esperando el bóxer acostado en la cama poniendo algo de porno en el televisor. Le modelé un rato y luego fui a besarlo y a quitarle la ropa. Quería literal arrancarle la ropa y cabalgar en su cuerpo mientras me decía cosas sucias, pero quería respetar su plan y hacerlo muy suavemente.

Me acosté en su pecho y besé todo su cuerpo hasta llegar a su boca. Mis besos eran suaves y lentos, llenos de saliva. Mi lengua se entrelazaba con la suya para calentarlo más. pellizcaba sus tetillas y le cogía su pene suavemente mientras le decía cosas lindas. Luego, me acosté a su lado y él comenzó a sobarme los senos por debajo del vestido mientras su boca bajaba a mis pies. Me besó los pies y subió suavemente por mis piernas hasta llegar a mi vagina. Pero antes de besarme abajo, me hizo esperar un rato mientras me besaba la pelvis y me agarraba duro las manos. Estaba muy arrecha. No podía esperar el momento en que su lengua encontrara mi clítoris y lo chupara fuerte para que su cara se perdiera un buen rato entre mis piernas.

¡Por fin! Me quitó la tanga súper mojada por la arrechera y comenzó a darme suaves besos mientras yo gemía de placer. Hace rato no sentía tantas ganas de cogerme a mi esposo de esa manera. Tener sexo romántico no estaba siendo tan mala idea después de todo. Me tenía esperando hacía mucho tiempo y al fin estaba disfrutando de un delicioso sexo oral.

Me besó la vagina por 10 minutos hasta tener un pequeño orgasmo que me dejó con ganas de tener uno más grande. Le quité el bóxer y lo besé desde la punta del pene hasta los huevos. Dejé la cama llena de saliva por darle el mejor blow job que mi esposo había tenido. Cuando ya lo vi muy caliente, me le monté encima y comencé a cabalgar suave, sin afanes.

– ¿Te está gustando?

Me preguntó mi esposo mientras mis gestos le decían que sí.

-Si ves que tener sexo romántico de vez en cuando no es tan aburrido.

-Si, tienes razón. Hace rato no me sentía tan caliente como hoy.

Seguimos haciéndolo suave en muchas posiciones. El misionero, en cuatro, el 69, en cucharita y sentados uno en frente del otro. Tuve 2 orgasmos fuertes que me sorprendieron porque casi siempre llego a uno. Pero el segundo fue mucho mejor que el primero porque mi vagina pedía más. Quería seguir así toda la noche, pero mi esposo estaba tan arrecho que, en un fuerte deseo por hacerme tener otro orgasmo, lo tuvo él.

Estábamos en la pose del perrito y yo ya casi iba a llegar, pero él se me adelantó y se vino adentro. Me dio una nalgada deliciosa y se acostó muerto del cansancio. Me dijo que estaba muy feliz por ser mi esposo y que la idea de tener sexo romántico fue espectacular.

Descansamos hasta el amanecer y nos levantamos igual de arrechos que cuando apenas llegamos.

El segundo round fue igual de bueno que el primero. Jugamos un poco con la champaña sobre mi cuerpo mientras el sexo oral era de otro mundo. Que noche tan perfecta. Hicimos el amor por más de 1 hora, pero esta vez sí lo hicimos un poco más fuerte. Yo estaba extasiada porque lo estábamos haciendo como a mí me encanta. Fuerte, rudo y con groserías.

Teníamos tanta arrechera que nos vinimos al mismo tiempo. Ambos de pie y cuando me vine, me dijo que tenía ganas de venirse en mi cara. Me arrodillé y recibí su leche caliente en mi boca, mientras se regaba por mi cuello y mis senos.

Dormimos hasta las 12 del mediodía y nos levantamos felices, llenos de alegría y placer por haber tenido la mejor noche de nuestras vidas, por haber tenido sexo romántico y quedar más enamorados que nunca.